A partir del próximo lunes España permitirá la movilidad entre autonomías y abrirá sus fronteras con el resto del continente por lo que, en teoría, cualquiera podrá aprovechar el buen tiempo para iniciar el Camino de Santiago, y empezarlo además en territorio aragonés. Es una actividad al aire libre y en la que se puede mantener fácilmente la distancia social. Pero, ¿verdaderamente se podrá hacer el Camino de Santiago? Lo más probable es que no, porque de momento hay más incertidumbres que seguridades.
“Acabo de hacer varios tramos por Aragón y en varios puntos está la hierba tan crecida que no se ve el camino –señala Ernesto Gómez, de la Asociación de Municipios del Camino de Santiago (AMCS)–. He podido seguir porque sé por dónde va, pero cualquier otra persona podría perderse. Es necesario un desbrozamiento”.
Cuando se decretó el estado de alarma la AMCS dio aviso a los 105 municipios asociados para que en el plazo de 48 horas quedara ‘cerrado’ el camino y los peregrinos sorprendidos por la decisión estuvieran ya de vuelta a casa. Durante el confinamiento no ha habido peregrinos y la maleza ha crecido. Pero el necesario desbrozamiento es un mal menor.
El problema son las medidas de higiene y seguridad en los albergues. Aunque cada peregrino hace el Camino como quiere, y en los últimos años ha aumentado el número de los que aprovechan los alojamientos turísticos convencionales, lo cierto es que la red de albergues es una de las columnas vertebrales de la Ruta Jacobea.
La Federación Española de Asociaciones de Amigos del Camino de Santiago alertaba a las administraciones públicas hace unos días, con preocupación, de que “un peregrino no es un turista”. Muchos buscan específicamente el albergue por la camaradería y la convivencia entre personas de muy distinta procedencia.
Y así es, los albergues son la clave. El Camino de Santiago Francés discurre por cinco comunidades autónomas (Aragón, Navarra, La Rioja, Castilla y León y Galicia) y nueve provincias. Las distintas fases de desescalada han hecho que nadie iniciara la ruta. Pero el día 21 todo se unifica, y en un momento en el que no se para de hablar del turismo nacional, las dudas se multiplican.
“Hay mucha incertidumbre –reconoce Ernesto Gómez–. Desde la secretaría técnica de la AMCS se está trabajando en una marca, ‘Albergues Seguros’, que se otorgará a aquellos que cumplan las directrices del Gobierno en cuanto a instalaciones y separación de camas y literas. A partir de ahí, cada albergue tendrá que valorar si abre o no según la capacidad de alojamiento que le quede. Hay albergues privados que son casas modestas que, o no cumplen esas condiciones o, si lo hacen, no les sale rentable abrir. Los de titularidad municipal, al no buscar beneficios, imagino que les será más fácil”.
Hasta que llegue esa etiqueta de ‘albergue seguro’, no existen normas específicas para el Camino de Santiago, aunque se toman como referencia las recomendaciones del Instituto para la Calidad Turística Española (ICTE). Así, habrá mascarillas, gel hidroalcohólico, sábanas y cubiertos desechables. y hasta toma de temperatura a la llegada del peregrino.
Pero el escollo de la ‘nueva normalidad’ será la distancia entre las literas (se habla de dos metros y de no usar la parte superior). “Tenemos contacto con los albergues y las noticias no son muy halagüeñas”, apunta Javier Gazapo, presidente de la Asociación de Amigos del Camino de Santiago de Jaca, entidad que hace unos días emitió un informe sobre la Ruta Jacobea como dinamizadora socioeconómica de la comarca tras la pandemia.
Leído en Heraldo de Aragón