El refugio de peregrinos Los Templarios se halla en Manjarín, minúsculo enclave de montaña que contaba antaño con un hospital para peregrinos, y donde hoy en día se localiza este refugio, uno de los albergues más peculiares y conocidos del Camino Francés.
Se trata del refugio Los Templarios, gestionado por Tomás Martínez, un hospitalero y antiguo peregrino que sintió la llamada templaria durante una estancia en Ponferrada. Tras abandonar trabajo y vida personal, se embarcó, al igual que hace siglos hacía la orden del Temple, en la servicial misión de custodiar el largo caminar hacia Santiago.
Tomás rehabilitó la antigua escuela de Manjarín y en 1993 abrió un albergue de ambientación medieval, en el que los peregrinos no hallarán comodidades ni lujos (no tiene baños ni duchas) aunque sí un lugar con energía donde poder descansar y orar tres veces al día.
A lo largo de los años fue dándose a conocer por su costumbre de tocar una campana, vestido con túnica blanca y cruz roja, al paso de los caminantes. Veinte años después de su fundación, y ayudado por otros de los seguidores de la Orden del Temple Refundada, por este estratégico lugar ya han pasado más de 70.000 peregrinos.
Aunque en la zona hay restos de explotaciones mineras, posiblemente de la época romana, el origen de Manjarín parece estar ligado a la repoblación realizada por el Conde Gatón en el s. IX, pero la primera cita documentada es del año 1180.
La historia y desarrollo de Manjarín ha ido pareja al Camino de Santiago y ya en el s. XI contó con alberguería para peregrinos construida por Gaucelmo, el mismo ermitaño que levantó el hospital y la iglesia de Foncebadón. A mediados del siglo XX, desde 1964 hasta 1993, Manjarín estuvo totalmente deshabitada.
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