Si estás preparando tu Camino de Santiago, enhorabuena. Estás a punto de vivir una experiencia inolvidable: paisajes, gente, silencio, cansancio del bueno y, si todo va bien, también algo dentro de ti que cambia.
Ahora… vamos a hablar de algo que no suele salir en las fotos bonitas de Instagram: rozaduras, ampollas, calores que no perdonan o mochilas que te aplastan la espalda.
La realidad es que una buena experiencia en el Camino empieza con una buena equipación. No se trata de ir cargado como si fueras al Himalaya, ni de ir en chanclas con una botella de agua en la mano. Se trata de elegir bien, con sentido común y pensando en una cosa: vas a andar. Mucho.
Los expertos de la tienda Atmósfera Sport nos ofrecen los mejores consejos para que tu ropa y tu calzado te acompañen, no te castiguen.
1. Tu calzado lo es todo (sí, TODO)
Vamos a empezar por lo importante: el calzado es el 90% del éxito. Si eliges mal, lo vas a notar desde el segundo día. Y no en los pies… en el ánimo.
¿Zapatillas o botas?
Depende de la época y el tipo de Camino. Si lo haces en primavera o verano por rutas populares (como el Francés), unas buenas zapatillas de trekking transpirables pueden ser ideales. Más ligeras, más cómodas.
¿Invierno, caminos menos transitados o mucho barro? Entonces considera unas botas ligeras de caña media, con membrana impermeable.
Reglas básicas:
- Que estén “dadas de sí”. Nunca estrenes calzado en el Camino.
- Suela con buen agarre (Vibram o similar).
- Horma cómoda. Que no aprieten, pero tampoco bailen.
- Impermeables, pero transpirables. Tus pies lo agradecerán.
2. Ropa técnica ligera: menos es más (pero lo esencial, es esencial)
No necesitas una maleta llena de ropa. Necesitas poco, pero bueno.
Las capas son clave:
- Primera capa: camisetas técnicas, que transpiren y se sequen rápido. Algodón = error.
- Segunda capa: un polar o forro fino.
- Tercera capa: un chubasquero ligero y plegable (que funcione, no uno de plástico que parezca una bolsa de basura).
Lleva 2 o 3 camisetas, 2 pantalones, ropa interior técnica, y algo de abrigo según el mes.
Consejo realista:
Vas a repetir ropa. Vas a sudar. Y está bien. Lavas por la tarde, se seca por la noche, y listo.
3. Los pequeños detalles que te salvan el día
No subestimes estos accesorios. Son los que marcan la diferencia entre sufrir… o disfrutar:
- Calcetines técnicos (y al menos tres pares). Evitan rozaduras, ampollas y malos ratos.
- Gorra o sombrero: protección solar sí o sí.
- Gafas de sol con filtro UV real.
- Protección solar: te lo vas a poner más que el desodorante.
- Chancletas o sandalias ligeras para cuando terminas la etapa (tus pies te lo van a suplicar).
4. La mochila: que se te olvide que la llevas (o casi)
No te compres una mochila gigante “por si acaso”. En el Camino, cada gramo de más se multiplica por kilómetros.
- 25 a 35 litros es lo ideal si no cargas saco y tienes alojamiento diario.
- Busca que tenga soporte lumbar, espalda acolchada y correas ajustables.
- Prueba a llevarla cargada antes del Camino, aunque sea dando vueltas a tu barrio.
Menos peso = más alegría.
5. Bastones, frontal y otros accesorios que agradecerás (o no)
- Bastones de senderismo plegables: ayudan con las rodillas en bajadas y aligeran el esfuerzo en subidas. Pruébalos antes.
- Frontal o linterna ligera: por si madrugas mucho.
- Botella reutilizable o bolsa de hidratación: bebe constantemente, aunque no tengas sed.
- Toalla de microfibra: ocupa poco y seca rápido.
Y si llevas algo más, que sea porque de verdad lo vas a usar.
6. ¿Dónde comprar todo lo que necesitas sin volverte loco?
Internet está lleno de tiendas. Pero pocas tienen todo bien organizado, pensado para el trekking real, con precios razonables y sin venderte equipo de alpinista para hacer el Camino.
En tiendas especializadas como Atmósfera Sport tienes una selección muy bien pensada de equipamiento para senderismo y trekking, incluyendo zapatillas, mochilas, ropa técnica y accesorios que realmente necesitas. Sin complicaciones.
7. Lo importante eres tú, pero tu equipación decide cómo lo vives
No necesitas el mejor equipo del mundo, pero sí uno que funcione bien para ti.
El Camino de Santiago es una experiencia física, sí, pero también mental y emocional. Si estás cómodo, seco, ligero y con los pies felices, vas a disfrutar cada etapa mucho más.
Recuerda: no es una carrera, es un viaje. Pero para disfrutarlo, primero elige bien tu equipación.
¡Buen Camino!