Promotores locales con una amplia experiencia en el sector turístico sumarán a la oferta de Estella un nuevo albergue que se alzará en la entrada del Camino de Santiago, al pie de la presa en aguas del Ega que lleva el nombre de Curtidores.
La Junta de Gobierno Local tramita este jueves la licencia urbanística solicitada por la empresa Navark para rehabilitar con este uso la conocida como Casa de la Moneda e iniciar un proyecto que va más allá de transformarla en un alojamiento al uso.
Hace un año, durante los trabajos de excavación en su sótano, salió a la luz una tenería olvidada, un recuerdo del pasado industrial de la ciudad conservado en buen estado pese a su abandono. Es a este recurso al que mira ahora Navark para hacer de su albergue un espacio singular abierto a otras opciones y en un emplazamiento también especial.
En pleno barrio de Curtidores, bajo la muralla de la judería y muy próximo a la iglesia del Santo Sepulcro, todo ese conjunto de los siglos XVIII y XIX hallado en el sótano se abrirá al público para conducir al visitante hacia una parte de la historia local relacionada con el tratamiento de las pieles.
Con el informe favorable del arquitecto municipal, Gobierno concederá este jueves la licencia urbanística y Navark presentará dentro de unos días el proyecto de ejecución con el correspondiente informe de Príncipe de Viana. A partir de ahí, podrán empezar las obras de rehabilitación que preservan las fachadas aunque adaptan algunos de sus elementos y elevarán una nueva planta sobre este edificio construido a finales del siglo XVIII hoy con una tipología de baja más dos.
De 40 a 50 plazas
Destinado principalmente a peregrinos y pequeños grupos, el futuro albergue ofrecerá de 40 a 50 plazas distribuidas en habitaciones para cuatro a seis personas cada una con su propio baño. Dotado con un espacio de cocina a disposición de los clientes, el alojamiento tendrá su plus en los elementos de la tenería que atesora su interior. Lo explicaba así José Antonio Sanz Mosquera, de Navark, en referencia a los planes para mostrar el taller de curtidos en el marco del sentido que tuvo un día como importante actividad industrial de la ciudad.
En ese planteamiento de vender también lo intangible en esta nueva faceta de negocio, Navark tiene de su parte otro reciente hallazgo en su edificio de Curtidores. Durante la fase de estudio arqueológica y una vez retirado el suelo de hormigón que lo cubría, han topado con los restos de una muralla del siglo XVI que ahora se documentan, un tramo que parece conducir al referido por Jimeno Jurío como “portal del Desolladero” , en el Burgo Nuevo de la ciudad.
Leído en Diario de Navarra