El Camino de Santiago no entiende de fronteras, pero sus albergues sí se topan con ellas. Cada comunidad autónoma impone su propia normativa turística, lo que provoca desajustes legales y operativos para los albergues de peregrinos.
“Ni somos hostelería ni un negocio turístico al uso. Somos una figura singular que solo acoge a peregrinos con credencial, y necesitamos que la ley lo reconozca”, explica Miguel Pérez, presidente de Camino Francés Federación.
Este colectivo, que agrupa a más de 20 albergues de la ruta más emblemática del Camino, trabaja para que las administraciones estatales y autonómicas reconozcan la especificidad del albergue jacobeo: espacios que funcionan con hospitaleros voluntarios, horarios adaptados a la vida del peregrino y, en muchos casos, situados en pueblos con escasa cobertura tecnológica.
Problemas concretos: cuando la ley no encaja
Algunos ejemplos muestran la brecha entre normativa y realidad:
- Registro electrónico obligatorio: en pueblos como Foncebadón (León) no hay cobertura, pero la ley exige inscripción online de huéspedes “como si fuera un hotel”.
- Horarios incompatibles: la normativa turística pide horarios amplios, mientras que los albergues necesitan silencio nocturno desde temprano para el descanso de los caminantes.
- Gestión voluntaria: la ley presupone empleados estables, pero los hospitaleros cambian cada 15 días y llegan desde todos los rincones del mundo.
“Si nos regulan como hoteles, muchos albergues tradicionales estarían condenados a desaparecer”, advierte Pérez.
Ponferrada: foro de debate
Estas reivindicaciones se debatieron recientemente en Ponferrada, con la participación de representantes de más de 20 albergues. Todos coincidieron en un mismo punto: sin acogida tradicional no hay Camino auténtico.
La preocupación es que el auge de hostales, pisos turísticos o alojamientos privados diluya la esencia de la convivencia peregrina, ese ambiente donde compartir mesa, conversación y experiencias.
Al mismo tiempo, se destacó el valor de las rutas largas frente a las modas de los últimos 100 km. “Es en la dificultad donde el peregrino encuentra el verdadero sentido de la experiencia”, señalan.
Galicia, una excepción compleja
Aunque las administraciones muestran predisposición, Galicia se percibe como la más reacia a flexibilizar la normativa. Según Camino Francés Federación, la Xunta centra sus esfuerzos en promover las últimas etapas, con el riesgo de fomentar una visión reducida del Camino como una experiencia de cuatro o cinco días.
El colectivo reclama una visión más solidaria y global: “El Camino de verdad es el de largo recorrido, el que transforma y trae también otro tipo de viajeros”.
Pilgrim Pass: tecnología al servicio del peregrino
Como novedad positiva, la federación ha impulsado con ayuda europea la plataforma Pilgrim Pass. Este sistema gratuito permite que un peregrino, una vez inscrito en un albergue, no tenga que repetir el proceso en el resto.
Basta con mostrar el DNI o un código QR, lo que ahorra colas, tiempo de registro y facilita la gestión en lugares con mala conexión.
Perspectivas de futuro
El objetivo de Camino Francés Federación es claro: lograr que los albergues de peregrinos cuenten con un marco legal propio que respete su singularidad. Una legislación que garantice la seguridad y sanidad, pero que preserve la esencia hospitalaria y comunitaria del Camino.
Porque, como recuerdan sus impulsores, el Camino no se entendería sin la acogida tradicional, aquella que convierte la ruta jacobea en una experiencia vital y no en un simple itinerario turístico.
FAQs – Preguntas frecuentes
Por qué se reclama una legislación específica para los albergues?
Qué problemas genera la normativa actual?
Qué comunidades presentan más dificultades?
Qué es Pilgrim Pass?
Quién coordina estas reivindicaciones?


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