
Son muchos los albergues que todavía permanecen cerrados en la provincia, y los que siguen abiertos lo hacen con considerables medidas sanitarias
La pandemia, el confinamiento y el virus se ha llevado por delante la ilusión y las ganas que todos los años ponen los cientos de peregrinos que pasan por Valladolid realizando el camino hacia Santiago de Compostela. Con la nueva normalidad son muchos los que, simplemente, no se atreven a viajar. Son demasiadas dudas sobre las medidas de seguridad, sobre en qué estado se encuentra el camino, sobre si las otras personas con las que se cruce estarán sanas. Pensamientos que asolan a los muchos peregrinos que otros años llenaban las tres rutas que pasan por Valladolid para ir hacia Santiago.
Este año dichos caminos se encuentran prácticamente vacíos. Como mucho se puede encontrar a dos o tres amigos o, incluso una persona solitaria, en alguno de los tres caminos existentes. Además, muchos de los albergues se encuentran cerrados dado que aún no pueden garantizar la seguridad y las medidas pertinentes al 100%.
Ante esta situación, las personas que deciden emprender el viaje, suelen ser “personas acomodadas” como cuenta Rebeca Justo, presidenta de la Asociación del Camino de Santiago del Sureste en Valladolid. Atrás quedaron las personas habituales, “que ahora no vienen a hacerlo”. Estos andantes, con una cuestión económica más complicada, en otras ocasiones tendrían “coste 0 en muchos albergues” y sin embargo ahora, al estar muchos de ellos cerrados, solo tienen como alternativa los lugares y negocios privados.
Las personas que optan por lanzarse pese a los riesgos tienen que ir variando de alojamiento, dependiendo de los pueblos. En Valladolid la mayoría aún están cerrados, sobre todo los de los pueblos más pequeños. Mientras que hay ayuntamientos que directamente aconsejan optar por hoteles o casas rurales. hay otros pueblos más grandes como Tordesillas, Medina de Rioseco y Medina del Campo en los que los albergues sí están funcionando.
ALBERGUES
Hablando de cifras concretas en Medina de Rioseco el gerente del albergue ha contado entre 13 y 15 personas que han pasado por allí esta primera quincena de julio. Entre las medidas de seguridad más llamativas que están llevando a cabo destaca el tener que dejar las botas de peregrinaje fuera del establecimiento y andar en calcetines, así como meter la mochila dentro de bolsas cerradas por si fuera a estar contaminada.
Las personas que usen los aseos serán las encargadas de limpiar con lejía y desinfectar las superficies utilizadas. Lo mismo pasa en la cocina. Se podrá comer acompañado de las personas con las que se realiza el camino, pero nunca con otros caminantes. Y para no coincidir en la misma sala, se llevará a cabo una lista de turnos.
En las habitaciones donde antes dormían 16 personas ahora solo duermen 8, cuatro a cada lado y dejando una litera libre de por medio. En cuanto a las demás medidas todo se mantiene igual; uso de mascarillas y gel así como la obligatoriedad de mantener la distancia de 2 metros de seguridad.
En cuanto al albergue de Tordesillas el hospitalero, Antonio Gavilanes, cuenta a TRIBUNA que no ha pasado nadie por allí desde el fin del estado de alarma. Su establecimiento cuenta con 10 plazas que pasarían a 5 por la reducción de aforo. Confirma que le han llamado dos o tres peregrinos para ver si estaba abierto pero que finalmente no ha acudido ninguno, quizás “porque es un camino muy poco transitado”. Incluso podría considerarse que oficialmente ni siquiera está abierto aún porque necesitan juegos de sábanas desechables que están por llegar.
En el albergue juvenil de Medina del Campo ha pasado un peregrino, desde el 1 de julio que llevan abiertos, y, próximamente, llegarán otros dos. Sin embargo, no es un albergue exclusivo de peregrinaje.
En cuanto a las particularidades de las medidas de seguridad, los peregrinos han de hacer ellos su propia cama con los juegos de sábanas que les aportan desde el albergue y en cuanto llegan les toman la temperatura. También cuentan con un comedor muy grande y una sala de peregrinos en la que pueden desayunar, así lo indica Nuria Portomeñe, gerente del mismo.
Cada peregrino contará con una habitación individual, a no ser que vengan en grupo con alguien más dado que el albergue tiene 120 plazas. Cada habitáculo cuenta con cuatro camas y un baño completo para el uso y disfrute particular, aquí, el precio para quedarse por peregrino es de 13, 92 euros con desayuno incluido.
Medina del Campo también cuenta a su vez con un convento gratuito para peregrinos, en el que, a veces, dejan un donativo. Por él han pasado otros tres peregrinos, aparte de los del albergue juvenil.
Por otro lado, la Santa Espina aseguró estar abierta pero no ha recibido ningún peregrino desde antes de Marzo. Otros albergues se mantienen cerrados y recomiendan a los caminantes alguna alternativa privada.
Rebeca Justo apuntala en la concienciación de todos los peregrinos a la hora de tener que regresar a sus casas, cuando en marzo, momentos antes de que se iniciara el confinamiento, estaban realizando el camino. Fueron avisados por la Junta de Castilla y León y rápidamente tuvieron que actuar y buscar a todas las personas para hacer su vuelta a casa lo más segura y llevadera posible, explica la misma presidenta.
Leído en Tribuna de Valladolid