El riesgo de contagio y la escasa afluencia de caminantes hace que la mayor parte de los albergues de la provincia de Zamora permanezcan cerrados, a cinco meses del inicio del Jacobeo
La célebre frase “Buen camino, peregrino” tiene nueva versión. La consigna, recitada por los autóctonos a los peregrinos que atraviesan la zona para realizar el Camino de Santiago por la Vía de la Plata, podría ser sustituida este curso por “No hay camino, peregrino”. Y es que pocos son los valientes que este verano emprenden la aventura de realizar el trayecto y pocos son los centros que reúnen las condiciones para dar cobijo a los caminantes.
2020 se presentaba como el año de espera y organización del Año Santo. Los peregrinos se preparaban en enero para afrontar el año previo a un Jacobeo que no se celebra desde 2010. Las cifras crecientes de años anteriores hacían pensar que este curso se romperían todos los récords, pero la pandemia destrozó las expectativas iniciales.
Los albergues zamoranos, casi todos cerrados, esperan con incertidumbre que la pandemia del coronavirus no afecte al año santo.
José Almeida Rodríguez, presidente de la Asociación Zamorana de los Caminos de Santiago, gestiona tres de los albergues de la provincia: el de Fontanillas de Castro en la Vía de la Plata, el de Ricobayo de Alba en el Camino Zamorano-Portugués y el de Tábara en el Camino Sanabrés.
Almeida confirma que tanto sus tres centros como los de la mayoría de la provincia se mantienen cerrados. “Gran parte de los albergues de Zamora se encuentran en municipios con una población muy corta y envejecida, y no se quiere correr ningún riesgo. Sería un gran cargo de conciencia que hubiera un problema en un centro y este afectara al pueblo”, declara.
Almeida reconoce además que la pandemia ha acabado con la filosofía de la acogida tradicional de estos recintos. “Nuestra doctrina es compartir con el peregrino la comida, el desayuno… Todo esto ahora no se puede hacer, y pierde bastante sentido la idea de hospitalidad que aplicamos y que diferencia a este tipo de alojamientos”, asevera.
Uno de los albergues que tuvo que cesar su actividad por la pandemia es el Virgen de la Carballeda, en Rionegro del Puente, bautizado con el nombre de la patrona de la comarca. La iglesia contigua al centro, que aloja a la conocida imagen, es una de las principales razones por las que los caminantes deciden pernoctar en esta localidad. En ella, los peregrinos realizan un descanso en el trayecto que va desde Santa Marta de Tera a Mombuey dentro del Camino Sanabrés.
Emilia Román, hospitalera del centro, reconoce todos los problemas que plantea Almeida. Las condiciones sanitarias, unidas a la poca afluencia de peregrinos, hacen que sea inviable reabrir por el momento las puertas del centro. “Ahora mismo no se puede garantizar la seguridad. Si todo va bien, puede que abramos en septiembre. Sin embargo, la situación hace que no se pueda saber nada a ciencia cierta”, declara.
La gerente del centro admite que atravesar Zamora para hacer el Camino de Santiago se ha convertido que en una quimera. “El problema de los peregrinos es que hay pueblos como este que no tienen alojamientos aparte del albergue. Al realizar tantos kilómetros sin encontrar ningún centro como este, los caminantes tienen que alojarse en hoteles o coger el autobús, lo que les supone un mayor gasto económico”, manifiesta.
En este desierto de peregrinación, el albergue municipal de Zamora se erige como un oasis para los caminantes que atraviesan la provincia de Zamora. El centro, uno de los pocos que está en funcionamiento, reabrió sus puertas el 1 de julio después del confinamiento. Tras cuatro meses en los que el recinto funcionó como centro de acogida a personas sin techo, el alojamiento volvió a recibir peregrinos bajo un estricto protocolo de seguridad.
Pepe, voluntario del albergue, reconoce que la afluencia es mucho menor que la de otros años. “En temporadas anteriores acogíamos a una media de entre diez y quince personas diarias. Este año, sin embargo, hay una media de dos o tres, incluso hay días en los que no viene ninguno”, atestigua. A pesar de las bajas cifras, el trabajador admite que “hay jornadas en las que se producen excepciones”. “Este fin se semana vino un grupo de ocho amigos, algo poco frecuente en los tiempos que corren”, afirma.
La procedencia de los viajeros, como era de esperar, se ha reducido al territorio nacional. Así lo dicen sus datos, que reflejan que en los últimos quince días el albergue ha recibido a veintidós españoles y solo a tres foráneos. “Los peregrinos extranjeros apenas se ven. Los trámites del viaje y los peligros les echan para atrás a la hora de realizar el trayecto”, concluye.
Incertidumbre es la palabra que mejor se asocia a los amantes del Camino de Santiago actualmente. Tanto peregrinos como hospitaleros esperan con inquietud que todo esto termine de la mejor manera y lo más pronto posible. El Jacobeo 2021 aguarda.
El Camino de Santiago Sur-Vía de la Plata es la principal alternativa a la ancestral ruta entre Francia y la ciudad del Apóstol. Las previsiones para este año preJacobeo eran más que halagüeñas… hasta que llegó una circunstancia inesperada: la pandemia. Los albergues no quieren correr riesgos de contagio y la afluencia de caminantes es poco más que testimonial. De ahí que haya que esperar tiempos mejores para un camino que, en todo caso, es experto en pandemias y otros sucesos históricos a lo largo de muchos siglos.
Leído en La Opinión de Zamora