A los hermanos Roberto y Gerardo López Fernández se les podía aplicar aquel dicho de que «la cabeza no para». Hace dos años, después de comprobar día tras días en su Café Bar Demetrius, como crecía el boom de peregrinos que hacían el Camino Primitivo, decidieron dar un paso más en su trayectoria como hosteleros en A Fonsagrada, iniciada en el 2001 con un disco-bar en el que se juntaron numerosos jóvenes de la comarca.
«En 2004, cuando tomamos el Demetrius, como mucho pasaban tres peregrinos cada dos meses, pero con los años llegó un momento en el que teníamos que abrir a las seis de la mañana y darles sesenta desayunos diarios, así que nos dimos cuenta de que había demanda de albergue», explica Roberto.
Comenzaron así a buscar opciones de compra para ofrecer un hotel-albergue que diera respuesta a las demandas que iban conociendo cada año de los peregrinos, especialmente extranjeros, muy habituales de esta ruta primitiva. «Nos dijeron que la casa del cuartel de la Guardia Civil estaba en venta y pensamos que era el lugar perfecto, ya que estaba cerca de nuestro bar y en la avenida central del pueblo.».
Por el camino se han dejado entorno a 400.000 euros de inversión, con alguna pequeña ayuda de la Administración. La reforma del edificio les llevó dos años, en la que trabajaron profesionales vinculados con A Fonsagrada: albañiles, carpinteros, electricistas, fontaneros, pintores… «Todo lo que se puede dejar en el pueblo siempre es bueno.», explica Roberto, quien no disimula que iniciativas turísticas y empresariales como la suya o las de compañeros hosteleros de A Fonsagrada son vitales para el mantenimiento de empleo y de población en la comarca de la montaña lucense. «Siempre contratamos gente de la zona y siempre que podemos compramos a proveedores cercanos.», reflexiona Roberto López.
Los hermanos lo tenían todo listo para abrir a finales de esta primavera pero por el medio se les cruzó el coronavirus, que además de paralizar parte del remate final de las obras, genera dudas sobre el futuro del negocio y del Camino.
Finalmente abrieron el pasado julio y aunque pensaban que este año estaba perdido, las reservas llegaron desde el primer momento y confían en el Xacobeo 2021 y en el auge continuo que tiene la ruta primitiva.
«Todo lo que teníamos planeado en nuestras cabezas se resquebrajó a causa de la pandemia, pero seguro que volveremos a la vieja normalidad. Por ahora, en poco más de una semana ya tenemos un 80% completado en agosto», reflexiona este veterano hostelero, que con 23 años abrió el disco-bar, mientras que hermano tenía 17. Precisamente esa experiencia será su fuerza: «Trabajamos codo con codo desde 2001 y a estas alturas sabemos cómo responder».
Un edificio que comenzó a construirse en 1936
Por la casa cuartel de A Fonsagrada pasaron decenas de familias de toda España. Comenzó a construirse en 1936 y se terminó en 1941. Fue la casa de la Guardia Civil hasta el 2004, que usó en régimen de alquiler porque los propietarios era la familia Ochoa.
El edificio ya se construyó con amplitud de espacios, con ocho pabellones-viviendas. En la planta baja había dos viviendas y la zona de cuartel. Y luego otros dos pisos en el primero, el segundo y el bajo cubierta. «Pasó mucha gente porque en A Fonsagrada había una brigada y además en el siglo pasado las familias eran numerosas», explica Roberto López, quien recuerda como los niños de las familias de los guardias jugaban en el gran patio que había en la parte trasera del cuartel.
Fue un vecino de los hermanos López Fernández el que les avisó de que los propietarios de la casa cuartel —los Ochoa, afincados en Madrid— tenían intención de vender el edificio ya que los costes de mantenimiento eran elevados.
Ahora, cogerá nueva vida un edificio tan emblemático en la villa fonsagradina. Se denominará Pensión-Albergue Casa Cuartel, haciendo referencia a que tiene una parte de hotel y otra de albergue tradicional con literas, además de mantener vivo el destino para el que fue construido durante la Guerra Civil. Este lugar fue uno de los puntos neurálgicos de la crisis de 1992 por el proyecto de comarcalización que intentó hacer la Junta de Fraga. Ante su fachada se manifestaron los fonsagradinos.
Un negocio que se suma a otros que aprovechan el bum del Camino Primitivo
Los hermanos López Fernández reformaron la casa cuartel para ofrecer una parte de hotel, otra de albergue y una cafetería que dé servicios solo a los clientes del negocio. Tiene un espacio dedicado a literas, con 20 plazas; una habitación individual para personas con discapacidad; y seis habitaciones dobles. En el futuro, si todo va bien, tienen preparada una segunda fase, que incluiría entre ocho y nueve habitaciones más.
Por culpa del covid-19 han tenido que adaptarse al protocolo de apertura de albergues y así ofrecer garantías sanitarias y de seguridad a sus clientes. Cuentan con una página web y las reservas se podrán hacer por los portales especializados, aunque en estos momentos es obligatoria la cita previa, tal y como manda la Junta por el coronavirus.
Roberto y Gerardo señalan que en el Bar Demetrio, que regentan desde el 2004, han visto la progresión y lo que les interesa a los peregrinos, y constataron que a pesar de que compañeros fonsagradinos fueron abriendo albergues y hoteles (Padrón, Cantábrico, Os Chaos, el público de la Xunta…) eran insuficientes las plazas ante el incremento notable de caminantes. «Hace veinte años un peregrino era visto como algo raro en Fonsagrada y hoy es necesario para nuestra economía».
Unos 18.000 peregrinos oficiales
Según las últimas estadísticas que maneja la Oficina del Peregrino del Cabildo Compostelano la cifra de peregrinos del Camino Primitivo es de unos 18.000, pero la recientemente creada asociación de empresarios de esta ruta cifra en algo más de 30.000 las personas que recorren la senda primitiva. Y el espacio de crecimiento es muy amplio, con crecimientos que ronda el 20 %.
Más de la mitad de los peregrinos parten de Oviedo, al ser una ruta más corta que otras, pero A Fonsagrada también es elegida por numerosos peregrinos como lugar de salida, o al menos, desde El Acebo, en la frontera entre Asturias y Galicia, con lo que el Camino de Santiago tiene cada vez más protagonismo en la vida económica y social de la villa fonsagradina.
«Además, existe la peculiaridad de que más de la mitad de los peregrinos son extranjeros», señala Roberto. Desde la asociación de empresarios del Camino Primitivo indican que suelen ser peregrinos de un alto nivel económico y que demandan servicios más allá de una simple litera.
Leído en La Voz de Galicia