La oferta se queda corta estos días en el Gorgullón: «Nos dicen que les da igual dormir en el suelo»
Es algo más de medio kilómetro que nace en la estación de autobuses y muere al llegar al cruce de Eduardo Pondal y Virxe Peregrina. Son 500 metros de hospedajes, la milla de oro del Camino de Santiago Portugués, donde conviven cuatro albergues, unos apartamentos turísticos, un hotel y un hostal. Es difícil pasar por O Gorgullón y no cruzarse con peregrinos. Da igual la hora del día, si es por la mañana pasan móvil en mano buscando su hospedaje, y si es por la tarde, descansan en las inmediaciones.
La cara de la calle es ahora internacional. Ana Redondo, del albergue Aloxa, cuenta que ellos fueron los primeros en asentarse en esta arteria en la que arranca el tramo urbano del Camino. Son la primera impresión de Pontevedra para los miles de peregrinos que este verano entran en la ciudad. Pero, ¿hay demanda para cubrir tanta oferta? La respuesta es unánime: sí. Y más este año. «Las restricciones en el aforo dejan una sensación horrible de no poder atender a la gente. A 21 de agosto lo aumentan al 50 %, ya es tarde. El riesgo es el mismo con un porcentaje u otro», apunta Redondo, que al igual que los responsables de otros albergues reconoce que «el teléfono no deja de sonar, no hay donde meter a tanta gente. Nos dicen que les da igual dormir en el suelo o en un sofá, pero ¡esto no es un problema de camas!».
La buena sintonía entre los albergues de esta milla de oro hace que se repartan el trabajo, pero como dice Manuel Vidal, de Dpaso Urban Hostel, «cuando hay para uno es que hay para todos». Él y su hermano abrieron en pandemia atraídos por el tirón de la calle y del Camino. Convirtieron el almacén de cortinas de una empresa familiar en un albergue de 20 plazas.
La pandemia, como al de Nacama y GBC, en los extremos de la calle, se les coló en el camino. Vidal Araújo abrió en junio del 2020. Aún no sabe lo que es un año a pleno rendimiento, pero las expectativas son buenas. «En teoría lo vimos como una buena oportunidad para ganar en calidad de vida, ahora si se van aliviando las restricciones, lo será», explica Manuel Vidal, que como Ana Redondo, reconoce que muchos hasta le piden dormir en el salón.
Con el aumento del aforo al 50 %, Dpaso tiene capacidad para diez peregrinos, pero si más hubiera, más llenaría. Ninguno esperaba un aluvión como el de este mes.
Uno de los veteranos en la zona, el Hotel Avenida, con entrada por Eduardo Pondal, también nota el empujón de los peregrinos. Las restricciones de los albergues favorecen directamente al hotel, que no está afectado por las medidas de aforo para pernoctar. «La competencia es siempre buena, mientras no se intente desprestigiar el propio producto», apunta su director, Borja Vence, que asegura que «está siendo un verano excesivamente bueno, la ola del calor en el sur nos favorece y el tirón del Camino, también».
Competencia sana
La competencia de la calle es sana. Los albergues abiertos durante la pandemia conviven con los veteranos del Gorgullón y para no desprestigiarse, como decía Borja Vence, ofrecen precios similares que van de los 15 a los 20 euros.
El presidente de Amigos del Camino Portugués, Tino Lores, reconoce que la explosión de la calle y de los albergues privados fue hace un par de años. «El Gorgullón está muy bien situado porque lo primero que hace un peregrino al llegar a la ciudad es buscar alojamiento», apunta Lores, que desde este fin de semana oferta 46 de las 92 camas que tiene disponibles en el albergue público Virxe Peregrina. La ampliación se inauguró el año pasado, pero el covid le ha impedido cumplir el sueño de verlo siempre lleno.
¿Aceptaría Pontevedra más plazas? Tino Lores cree que se está llegando al tope para que todos puedan tener demanda «y no se machaquen». El albergue público acapara cerca del 20% de los peregrinos que entran en la ciudad, el resto se reparten entre los hostels y hoteles de Pontevedra.
La previsión de crecimiento sin la pandemia elevaba a 120.000 los peregrinos anuales
La pandemia vino a truncar muchas cosas, una de ellas fue la proyección del Camino de Santiago, que en el 2019 vio pasar por Pontevedra a 96.509 peregrinos, un 26 % de los que llegaron a la plaza del Obradoiro desde todos las rutas oficiales.
La del Camino francés sigue siendo la mayoritaria. Y ese año fueron 188.395 personas las que recogieron la Compostela entrando por O Cebreiro. Tino Lores, presidente de Amigos del Ca mino Portugués, reconoce que de no interponerse la pandemia, en el 2020 y 2021 se hubiesen alcanzado cifras récord con más de 120.000 peregrinos. Sin embargo, aunque se han superado las expectativas, esta ruta está en cifras más propias de principios del milenio, cuando no se alcanzaban los 40.000 peregrinos.
Aunque costará remontar, espera que el próximo verano se recupere la «normalidad» y que la ruta sea cada vez más internacional porque este año el 75 % son españoles o portugueses.
Leído en La Voz de Galicia