“Con queso, pan y vino se hace el camino”, afirma un popular dicho —de origen y fecha desconocidos— que bien podría aplicarse a los miles de peregrinos que, a su ritmo, tiempo y por distintos motivos, realizan el peregrinación cada año el Camino de Santiago.
Por el puente Piedra de Logroño, uno de los cinco puentes que cruzan el río Ebro a su paso por la capital, el joven serbio Nemanja Vukoje, de 29 años, cruzó en la mañana del sábado 1 de julio con una gran mochila a la espalda. «Decidí emprender este viaje como parte de un proceso de autoconocimiento y salud mental. Necesitaba conectar conmigo mismo, y después de una semana caminando puedo decir con orgullo que lo he logrado”, dijo con una enorme sonrisa, disimulando su cansancio.
Nemanja inició el Camino el 25 de junio en Saint-Jean-Pied-de-Port, en Francia. Es en esta pequeña localidad gala donde comienza la más conocida ruta jacobea a Santiago, donde espera finalizar a finales de verano.
“Me involucré en esta aventura porque necesitaba desconectar del trabajo”
En el mismo punto, un par de días antes, Stephanie Gendre, de 48 años, de Marseilla, comenzó su viaje. Tanto ella como Nemanja llegaron a la capital riojana con apenas unos minutos de diferencia. Pero, como la vida misma, esto no es una carrera y cada uno sigue su propio ritmo. “Me involucré en esta aventura porque necesitaba desconectar un par de semanas, sobre todo del trabajo”, comenta la empresaria frente al Punto de Información al Peregrino.
En ese preciso momento, la italiana Roberta Rossi entraba en el patio interior del albergue municipal de Logroño —famoso por su fuente de agua fría— también con equipaje al hombro. Sentada a la sombra en uno de los bancos, dijo que el Camino partiría desde aquí a la mañana siguiente. “En 2016 hice los tramos que van de Francia a Logroño y este año decidí que era el momento de continuar”, explica.
Al igual que Stephanie, Roberta tampoco terminará en Santiago por falta de tiempo, pero “no me importa mientras encuentre a las mismas personas geniales que encontré la última vez, un grupo de ocho personas con las que sigo en contacto. hoy.”
El Camino, en cifras
En el año 2022, alrededor de 438.000 peregrinos cruzaron la emblemática Puerta Santa de la Catedral de Santiago. La mayoría lo hizo a pie y muchos otros en bicicleta o a caballo. Sin embargo, esta cifra no refleja —ni siquiera se acerca— el total de personas que hacen el Camino cada año, ya que muchas de ellas hacen otras rutas y no están empadronadas.
En este sentido, el Camino Francés es la ruta por excelencia de los peregrinos. Desde 2004, el 65% de quienes llegaron a Santiago lo hicieron siguiendo este camino, lo que significa más de 2,5 millones de personas.
Sin embargo, en junio las cifras no fueron buenas y es dudoso que este año se alcance un nuevo récord como sucedió el año pasado. “Junio ha sido un mes muy flojo respecto a las cifras de 2022. No hemos llenado el albergue como en abril y mayo”, explica Juan Antonio Solanas, gerente del albergue Santiago Apóstol de Logroño.
«La magia del camino está en conocer gente, crear anécdotas y vivir experiencias únicas e inolvidables»
(Nati Viguera y Javier Martínez)
Colaboradores con el albergue municipal de Logroño
A pesar de ello, tal y como nos comenta Juan Cruz, gerente del albergue municipal de peregrinos de Logroño, el Camino está muy presente en los planes de los extranjeros y “se nota en la cantidad de coreanos, europeos y norteamericanos que vienen a realizarlo”.
Cifras al margen, todos coincidieron —tanto directivos como peregrinos— en que “la magia del Camino está en conocer gente, crear anécdotas y vivir experiencias únicas e inolvidables”.
“Son muchos los matrimonios que se han formado en el Camino”, afirman Roberto y Gerardo, del Punto de Información al Peregrino. Aunque no es así, Nati Viguera y Javier Martínez, de Logroño, empezaron a hacer Caminos cuando se jubilaron y ya llevan diez. “Nos gusta caminar y hacerlo juntos”, comentó la pareja mirándose a los ojos.
Al final, es como la vida misma.
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