Aunque muchos recomiendan hacer la peregrinación a Santiago de Compostela en épocas más cálidas, los meses de otoño e invierno también ofrecen una experiencia única para los valientes que se atreven a caminar en estas estaciones. ¿Y por qué no? Si bien el frío, la lluvia y las pocas horas de luz pueden hacer que el viaje sea más desafiante, también hay algo gratificante en superar esos obstáculos.
Para quienes buscan una experiencia más íntima y reflexiva, el Camino en invierno puede ser una opción ideal. Con menos peregrinos en el camino y muchos albergues cerrados, se abre la puerta a la soledad, la introspección y un contacto más profundo con la naturaleza y con uno mismo.
Para algunos, esta época del año convierte la peregrinación en algo más personal y menos turístico. En contraste con el bullicio del verano, cuando los caminos están llenos de gente, el invierno ofrece una calma que atrae especialmente a los peregrinos más experimentados, aquellos a los que les gusta caminar en silencio, sin distracciones. Es una forma de desconexión total que permite un viaje más introspectivo.
Montserrat Alonso, hospitalera en el albergue La Casa de Montse de Carda, en Villaviciosa, comenta que los peregrinos que se aventuran en invierno “buscan una experiencia más natural“. Prefieren llegar a los albergues sin necesidad de planear demasiado, simplemente siguiendo su intuición. Sin embargo, esta falta de planificación puede ser un reto, ya que muchos albergues cierran durante el invierno, lo que obliga a los peregrinos a asegurarse de que encontrarán un lugar abierto donde alojarse.
Montse, quien lleva once años en Asturias y siete recibiendo peregrinos en su albergue La Casa de Montse, dice que, aunque el número de caminantes disminuye en invierno, siempre hay algunos que se aventuran en el Camino. De hecho, ha pasado alguna Nochevieja cenando con un peregrino solitario en su albergue.
El Camino en invierno
Eso sí, caminar en estas fechas requiere una preparación especial. No basta con estar convencido de hacer el Camino; es fundamental estar preparado para enfrentar las inclemencias del tiempo.
Gloria Fernández, quien gestiona un albergue en Cornellana, insiste en la importancia de llevar el equipo adecuado: “Hay que mirar bien el tiempo y asegurarse de que la ropa sea la correcta, porque un día de lluvia te puede calar hasta los huesos“. Además, recalca la importancia de llevar calzado apropiado para las condiciones invernales, ya que no es lo mismo caminar en verano que en invierno.
El frío y la lluvia pueden ser compañeros de viaje bastante incómodos, por lo que es esencial llevar ropa adecuada. Una buena chaqueta de plumas o forro polar puede marcar la diferencia, al igual que las camisetas térmicas, guantes y gorros. No hay que olvidar una capa impermeable, que es ligera pero crucial para protegerse de las tormentas inesperadas.
En cuanto al calzado, las botas impermeables son una opción recomendable, sobre todo si se combinan con polainas para mantener los pies secos. Y como siempre, lo mejor es probar todo el equipo antes de emprender la marcha, para evitar sorpresas desagradables.
Roberto Muñiz, hospitalero en La Casona de San Miguel en Pola de Siero, cuenta que a menudo los peregrinos subestiman la importancia de llevar una mochila ligera. Recientemente, recibió a un joven francés que cargaba con más de 26 kilos en su espalda, algo excesivo para cualquier caminante. Roberto, quien ha recorrido varios tramos del Camino, asegura que lo ideal es llevar solo el 10% de tu peso corporal, algo que no siempre se respeta.
Su albergue, que está en un cruce de caminos entre el Camino del Norte y el Camino Primitivo, recibe a muchos peregrinos que buscan una ruta alternativa o más tranquila.
Camino del Norte y Camino Primitivo
El Camino Primitivo, en particular, es conocido por ser más exigente que el Camino del Norte, pero también ofrece paisajes impresionantes y una mayor sensación de estar en contacto con la naturaleza. “El Primitivo es un camino muy bonito“, dice Gloria, “sobre todo cuando pasas por concejos como Salas, Tineo o Pola de Allande. Es un entorno muy natural, casi sin rastro de la intervención humana“. Aunque se le conoce como una ruta dura, Gloria asegura que es completamente alcanzable si uno se lo propone.
Los hospitaleros coinciden en que durante el invierno la mayoría de los peregrinos son extranjeros, sobre todo de países como Estados Unidos, Alemania, Francia y Bélgica. Montse recuerda haber recibido a un francés de 88 años que se aventuraba por el Camino Primitivo, algo que le sorprendió por su edad, aunque el hombre tenía un aspecto increíblemente joven y en plena forma.
El Camino, según los peregrinos más experimentados, comienza en el momento en que despliegas el mapa en casa y decides tu ruta. En invierno, una buena planificación es esencial. No solo hay que calcular bien las distancias debido a las pocas horas de luz, sino que también es vital asegurarse de que el albergue esté abierto y de que haya servicios básicos cercanos, como supermercados o restaurantes. A veces, un error en la información sobre los albergues puede generar grandes contratiempos, por lo que es importante estar bien informado antes de cada etapa.
Montse comenta que los peregrinos que caminan en invierno suelen buscar más soledad. Muchos de ellos están atravesando momentos difíciles en su vida, y ven en el Camino una oportunidad para reflexionar y encontrar soluciones. Su albergue es su casa, y ella disfruta preparando la cena para los peregrinos y compartiendo momentos de música y conversación.
Aunque el invierno trae menos peregrinos, los hospitaleros como Gloria, Montse y Roberto siguen atentos a sus necesidades. No cierran sus puertas, porque saben que siempre puede llegar alguien en busca de refugio. Gloria, por ejemplo, dice que prefiere quedarse en el albergue, porque no quiere que ningún peregrino tenga problemas. Y Roberto, siempre vigilante desde su casa frente al albergue, cuenta con orgullo que su albergue es imposible de perder gracias a las muchas señales que ha colocado en la zona.
Así, mientras muchos peregrinos buscan la experiencia del Camino en los meses de verano, los que eligen caminar en invierno encuentran una ruta distinta, más desafiante y, al mismo tiempo, más gratificante. Ya sea por la soledad, la introspección o simplemente por el amor a la aventura, el Camino en invierno es una experiencia única para quienes se atreven a recorrerlo.
Basado en Fusión Asturias / Isabel G. Muñiz