El peregrino colombiano no es sacerdote, pero como misionero puede hacer la paraliturgia.
Por Catalina Oquendo en El Tiempo
Hontanas es un pueblo de España con más peregrinos que habitantes. Son solo 68 locales que reciben hasta 200 personas diarias que van en camino a Santiago de Compostela, y su iglesia es el centro de un pueblo de calles estrechas y albergues donde trabajan varios cubanos.
Alrededor de ella suelen reunirse los peregrinos que hacen el camino con un sentido religioso. Esperando una misa, una confesión o un momento de reflexión en el lugar.
“¿A qué hora es la misa?, preguntan unos brasileños.
“No hay, solo tenemos sacerdote los sábados”, explica Pilar, una habitante de Hontanas.
Y es ahí donde aparece Sofonías Ágreda, uno de los peregrinos colombianos por la reconciliación, que no es sacerdote, pero como misionero puede hacer lo que se conoce como paraliturgia.
Se abren las puertas de la iglesia y se dispone todo para un encuentro mágico tanto para Sofonías como para los demás peregrinos.
Sofonías habla con las pausas de un sacerdote y tanto en El Palmar, corregimiento de Leiva en Nariño, como en Hontanas, la gente lo llama ‘padre’. Él aclara que es solamente misionero, un laico comprometido.
Pero es un conocedor de la Iglesia y ante la petición de los peregrinos, realiza la liturgia con la ayuda del psicólogo John Freddy González como monaguillo. Entre los asistentes, sentados uno al lado del otro, están Yenny Paola Borda y Pablo Ramos.
Un poco más atrás, peregrinos brasileños, italianos y varios locales que van llegando a la iglesia ante el voz a voz de que está abierta.
Durante la homilía, Sofonías habla de la paz y la reconciliación, además de hacer una oración por los peregrinos. “Que cuando demos estas pisadas a veces dolientes y cansadas, sepamos que vamos acompañados del apóstol Santiago”, dice el nariñense con voz emocionada.
Pero uno de los momentos más memorables ocurre cuando se escucha la palabra paz en varios idiomas, mientras varios peregrinos se dan la mano o se abrazan: “pace con te” o “a paz esteja com você”.
Y cuando lo hacen, también Paola Borda y Pablo que estuvieron en orillas opuestas de la vida y andan caminando juntos.
Don Sinfonías
Para Sofonías Ágreda, la Iglesia es parte de su vida desde que era un adolescente, porque gracias a un sacerdote, él aprendió a leer y escribir. Desde entonces ha sido misionero en distintos lugares del país.
Así fue como llegó a El Palmar en 1990, donde se ha convertido en uno de sus líderes comunitarios más queridos.
“Nos ha ayudado en muchas cosas y es un consejero”, dice Neida Rivera, una habitante de El Palmar.
Sofonías ha estudiado filosofía y es hoy quien impulsa la reparación colectiva para las víctimas del pueblo, mientras trabaja en oficios varios en el colegio de El Palmar.
Pero en el camino de Santiago es conocido como don Sinfonías, porque no hay momento en el que no esté cantando, simulando que un palo de peregrino es una guitarra o bailando alguna canción que acaba de inventarse.
Es un hombre que habla con orgullo del campo, que insiste en la necesidad de la igualdad de oportunidades y es fuerte para defender a su comunidad, y aunque trate de no demostrarlo, también teme por su seguridad.
Pero ante todo Sofonías es un hombre con un gran poder de atracción. En el camino la gente le comparte comida, quiere tener su contacto o como ocurre al final de la liturgia, tomarse una foto con él, llevarse un recuerdo con este ‘padre peregrino‘ que pasó por Hontanas.