A la catedral de Santiago de Compostela llegan cada año cientos de miles de peregrinos que recorren la ruta más antigua de Europa, cuya conservación es posible gracias a llamarse también el “Camino del Reciclaje“.
En 2017, 300.000 peregrinos llegaron a Santiago de Compostela siguiendo la histórica ruta. Para conservar este entorno natural y cultural, la empresa Ecoembes ha dotado a más de 400 albergues con todo lo necesario para que los caminantes puedan reciclar la basura.
Este año, a los peregrinos que visitan los albergues sostenibles se les entregan unas bolsas reutilizables para que puedan transportar la basura generada en su recorrido y reciclarla en los contenedores adecuados.
“Hay mil maneras de recorrer los pueblos y aldeas hasta llegar a Santiago, pero solo una para conservarlo: reciclar y evitar la ‘basuraleza’”, explica Carolina Martín, responsable del proyecto en Ecoembes.
“El Camino es el que nos enseña la mejor manera de llegar, y nos enriquece mientras lo atravesamos” así hablaba Paulo Coelho a través de “El Peregrino” (1987), protagonista y a la vez título de una novela ambientada en el Camino de Santiago.
Un peregrinaje que se remonta al siglo IX, y que tuvo su primer auge en el siglo XI, cuando los peregrinos tomaron por costumbre seguir a pie un trayecto espiritual para visitar la tumba del apóstol Santiago el Mayor.
Uno de los más conocidos es el denominado Camino Francés, que muchos peregrinos inician en la localidad navarra de Roncesvalles, pero hasta Santiago llegan cada año visitantes de todo el mundo siguiendo diferentes rutas, todas con un mismo fin.
Al Camino de Santiago se la considera la ruta europea más antigua y recorrida, y no es para menos: solo en 2017, más de 300.000 peregrinos llegaron hasta la capital gallega siguiendo los distintos itinerarios.
Con semejantes cifras, preservar esta realidad histórica y rural, en la que arte, cultura, tradición y espiritualidad confluyen en medio de un entorno natural, sería mucho más difícil sin la colaboración de todos. Y también, por supuesto, de algunas propuestas empresariales, como la de Ecoembes y su iniciativa de “El Camino del Reciclaje”.
Un proyecto que fue puesto en marcha en 2015 por esta organización medioambiental que cuida del medio ambiente a través del reciclaje y el ecodiseño, con la dotación a varios albergues de Castilla y León de papeleras azules (para el papel y cartón) y amarillas (para los envases de plástico y aluminio).
En 2016, se incluyó al Camino Francés de Galicia en la iniciativa; en 2017 se sumó Asturias (el Camino del Norte); y este 2018 se ha incluido a La Rioja. En total, 401 albergues se han sumado al proyecto y, según indica Carolina Martín, responsable del plan: “la mayoría han continuado con nosotros y están contentísimos. Sean públicos o privados, los albergues apuestan por la sostenibilidad”.
Eliminar la “basuraleza”
Estos alojamientos también han recibido otros materiales, como un libro para llevar el recuento del vaciado de papeleras, felpudos para colocar en la entrada con las palabras “bienvenido a un albergue sostenible” (también llamados “ecoalbergues”), y la insignia de “hospitalero sostenible” para los anfitriones, identificándolos así como parte del proyecto.
También han sido equipados con letreros explicativos sobre cómo funciona el reciclaje; pegatinas con mensajes como “apaga la luz, enciende tu lado eco” acompañando los interruptores y las lámparas; o “cierra el grifo ante el derroche de agua” al lado de los fregaderos y lavabos; y carteles con imágenes de la belleza del camino y el lema de la campaña: “Mil formas de vivirlo, solo una de conservarlo: recicla”, adornando las paredes.
“Da igual por qué motivo se lanzan las personas al Camino de Santiago: por razones culturales, religiosas, turísticas… Hay muchas maneras de hacerlo, pero solo una de conservarlo: evitando la ‘basuraleza’”, explica Martín.
“Basuraleza” es el término con el que en Ecoembes se refieren a la basura que se acumula en la naturaleza: “Es una palabra que ojalá muriera, porque significaría que se ha acabado el problema… Pero desgraciadamente existe, y hay que ponerle un nombre”, añade.
Concienciar a los peregrinos acerca de lo problemático de esta “basuraleza” y de la importancia de un “Camino Sostenible” no sería posible sin estas iniciativas pero, a su vez, tampoco podría tener lugar sin la colaboración de los “hospitaleros sostenibles” que, en cada albergue, informan a los visitantes y les proveen de todo lo necesario.
Uno de ellos es Isaac, del albergue público de San Lázaro, en la propia ciudad de Santiago de Compostela, quien relata que “no todo el mundo recicla correctamente porque falta información, así que nosotros suplimos esa labor”.
“Nosotros ya reciclábamos antes, pero ahora con esta campaña fantástica creemos que se ha transmitido a los peregrinos mucho mejor”, explica este hospitalero sostenible.
“Ecoperegrino” misterioso
Este año, además, a los peregrinos que visitan los albergues sostenibles se les entregan unas bolsas reutilizables para que puedan transportar la basura generada en su recorrido y reciclarla en los contenedores adecuados. Y, según Isaac “cada vez se ven más personas llegando a Santiago con las bolsas amarillas de Ecoembes, llevándola consigo desde otros tramos de la ruta”.
Sobre esto, Carolina Martín no oculta la ilusión que tiene: “cuando veo a los peregrinos caminando con la bolsa colgada y comprometidos con el reciclaje, me emociona”, confiesa.
“¡Las bolsas nos las quitan de las manos!”, comenta Lola, otra hospitalera sostenible, esta vez del albergue privado Km. 0, también en Santiago. “La gente las utiliza mucho y bien. Es más, yo misma la tengo y la uso”, añade y recalca que “la iniciativa es una muy buena idea, lógica y básica”.
Y, para premiar el entusiasmo y la dedicación de los hospitaleros sostenibles, Ecoembes ha planeado que, a lo largo del año, un “peregrino misterioso” visite los albergues comprometidos con la iniciativa. Entre aquellos que la cumplan, sortearán una mejora sostenible valorada en unos 2.000 euros.
Porque, efectivamente, hay mil razones para hacer el Camino de Santiago: peregrinaje religioso, homenajear a Coelho, turismo rural y cultural, curiosidad histórica o artística, motivos espirituales o ecologistas… Las causas son varias, y el destino la misma catedral.
Pero solo podremos conservar en toda su belleza y esplendor esta ruta ancestral llena de verdes parajes y pétreos monumentos de una manera: reciclando y siendo conscientes de que se puede viajar y cuidar el medio ambiente.
Por eso, si eliges vivir en sus propios pies la ruta más antigua de Europa, no lo olvides: es mejor caminar de manera sostenible.
Leído en EFEverde