Los voluntarios de los albergues de San Antón en Castrojeriz, San Nicolás de Puente Fitero en Itero del Castillo y el municipal de Tardajos son los auténticos guardianes de la Acogida Tradicional Jacobea, que próximamente será declarada Patrimonio Cultural Inmaterial por el Ministerio de Cultura.
Son las 12 del mediodía y el frío es intenso en el hospital de peregrinos de San Antón, en Castrojeriz. A esa hora, Peter Kriz, que ha pasado la mañana de un lado a otro, hace sonar la campana para anunciar que el albergue está abierto y cualquier peregrino es bienvenido. Aunque enero no es una época habitual para tener las puertas abiertas, este invierno es una excepción, ya que Peter se ha comprometido a quedarse como hospitalero hasta marzo, cuando comenzará la temporada alta de peregrinos y lleguen los voluntarios habituales, tal como confirma Ovidio Campo, presidente de la Fundación San Antón. Ovidio ha brindado a Peter un techo durante estos meses de invierno, lo que beneficia tanto al peregrino checo, que evita vagar por los caminos, como al albergue, que puede seguir acogiendo peregrinos.
Campo, al igual que muchos de los voluntarios de estos albergues, lleva el Camino en el corazón. Como peregrino y hospitalero, se dedica a mantener vivo el espíritu jacobeo, basado en la hospitalidad, la cercanía y la austeridad, muy alejado de aquellos albergues que operan como negocios. Según explica, ambos modelos pueden coexistir, pero no son lo mismo.
En la provincia de Burgos, se pueden contar con los dedos los albergues que siguen manteniendo este espíritu tradicional de acogida sin ánimo de lucro. Estos lugares subsisten gracias a las donaciones de los peregrinos y a la inversión personal de sus gestores. Entre ellos se encuentran el hospital de San Antón, el albergue de San Nicolás de Puente Fitero, gestionado por la Confraternita di San Jacobo de Perugia, bajo la dirección de Paolo Caucci, y el albergue de Tardajos, que desde hace 20 años es gestionado por la Asociación de Amigos del Camino de Santiago de Madrid, con Gonzalo Villamarín como coordinador. Además, el albergue municipal de Burgos también forma parte de esta lista.
Ovidio, Peter, Paolo y Gonzalo están emocionados tras saber que el Ministerio de Cultura ha iniciado los trámites para declarar la Acogida Tradicional Jacobea como manifestación representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial. El Boletín Oficial del Estado lo publicó el 4 de enero. Este reconocimiento busca proteger el sistema de hospitalidad fraterna, que se caracteriza por la austeridad y el mantenimiento del carácter espiritual del Camino. Los servicios se ofrecen de manera voluntaria, sin ánimo de lucro, y los hospitaleros, que en su mayoría son también peregrinos, crean un ambiente acogedor y solidario.
Campo, Villamarín y Caucci ven esta descripción como una definición perfecta de lo que ofrecen sus albergues. El reconocimiento es especialmente significativo para Ovidio y Paolo, ya que se les menciona en el BOE como ejemplos de esta acogida tradicional, destacando el esfuerzo por mantener abiertos sus albergues, ubicados en edificios monumentales recuperados de las ruinas.
El albergue de Itero, por ejemplo, ocupa la antigua iglesia románica de San Nicolás de Puente Fitero, mientras que San Antón fue en su día un hospital no solo para peregrinos, sino también para aquellos que necesitaban cuidados médicos, como explica Campo. Por su parte, el albergue de Tardajos está ubicado en la antigua casa de los maestros, un edificio municipal cuya concesión fue renovada por el Ayuntamiento a la Asociación de Amigos del Camino de Madrid.
Victoria, una mujer valerosa de más de setenta años, fue quien puso en marcha el albergue de Tardajos tras conocer la localidad como peregrina. Dos años después, la Asociación de Amigos del Camino asumió la gestión del lugar, y Victoria sigue siendo socia activa. Gonzalo Villamarín, con una larga trayectoria como hospitalero, recuerda que ya han pasado 20 años desde entonces. Para celebrar el aniversario en 2024, nada mejor que el reconocimiento del Ministerio de Cultura. Villamarín destaca que los valores de hospitalidad, cercanía, amistad y dedicación son fundamentales en estos albergues, donde los hospitaleros preparan alimentos, ofrecen agua o caldo, e incluso proporcionan masajes y cuidados a los peregrinos.
Los voluntarios en Tardajos suelen rotar cada semana o cada 15 días. Durante la temporada entre marzo y octubre, cuando el albergue cerró, atendieron a 1.300 peregrinos con la ayuda de medio centenar de hospitaleros. La mayoría de estos voluntarios han recorrido el Camino y saben lo que los peregrinos valoran: un trato cercano, acompañamiento y un ambiente acogedor. “Es nuestra forma de devolver lo que el Camino nos ha dado“, resume Villamarín.
En el caso de San Nicolás de Puente Fitero, la hospitalidad tradicional incluye lavar los pies de los peregrinos antes de la cena. Además, no hay luz eléctrica, por lo que la convivencia se desarrolla a la luz de las velas, una tradición que Paolo Caucci tiene la intención de mantener. Para él, el reconocimiento es más que merecido, ya que la acogida tradicional es “el sentido profundo y el alma de la peregrinación“.
La Confraternita di San Jacobo lleva 33 años gestionando el albergue de Itero del Castillo, de los cuales los tres primeros se dedicaron a rehabilitar el edificio. “Nosotros lo llamamos hospital, siguiendo esa filosofía“, recalca Caucci. Ahora celebran su 30 aniversario, que conmemorarán por todo lo alto el 20 de julio. Aunque ha perdido la cuenta de las veces que ha recorrido el Camino, Caucci sigue comprometido con su labor. Alrededor de 30 voluntarios, en su mayoría italianos, se turnan cada año para mantener vivo el espíritu de hospitalidad en este emblemático albergue.
Basado en Diario de Burgos