
Un refugio con historia y hospitalidad
El albergue parroquial Santa María de Fuenterroble de Salvatierra no es un simple lugar de descanso para los peregrinos del Camino de Santiago. Es un espacio de acogida, comunidad y reconstrucción, donde las piedras y la madera recuperada cuentan historias de esfuerzo y solidaridad.
Detrás de este proyecto se encuentra el Padre Blas Rodríguez, el incombustible sacerdote que ha dedicado su vida a recuperar el complejo parroquial con la ayuda de voluntarios y peregrinos.
Comida y convivencia en el corazón del albergue
Pasadas las dos y media de la tarde el Padre Blas irrumpe en el albergue. Tras dejar su maletín, se une a la mesa donde cinco peregrinos esperan para compartir la comida. Cuatro de ellos son voluntarios que colaboran con el albergue, mientras que el quinto, un italiano, se ha visto obligado a interrumpir su viaje a Santiago por problemas físicos.
La comida, un festín de patatas con chorizo, panceta y pimientos asados, se convierte en un momento de camaradería, donde se comparten anécdotas del Camino y se repasan las tareas del día en el albergue. Tras el aguardiente de café, el sacerdote invita a recorrer el lugar, explicando cómo ha evolucionado con los años.
Reconstrucción desde los escombros
Las paredes de uno de los salones, las únicas que resistieron el derrumbe del albergue hace décadas, aún conservan la esencia del pasado. “Esto estuvo abandonado 40 años porque se vino todo abajo“, explica Blas. Al llegar, su primera tarea fue despejar los escombros y recuperar lo que quedaba de la casa parroquial original. “Aquí no ha habido ninguna subvención, todo se ha construido con el esfuerzo de voluntarios y peregrinos“, señala con orgullo.
Desde 1993, quienes recorren el Camino de Santiago por la Vía de la Plata han dejado su huella en la reconstrucción de este espacio. “Algunos ayudan durante su paso, otros se quedan por meses o incluso años“, comenta el sacerdote. “Aquí encuentran un ambiente familiar, un lugar donde sentirse útiles“.
Voluntarios: el alma del albergue
Uno de esos voluntarios es Paco, un ebanista jubilado de Palencia que pasa en Fuenterroble cuarenta días al año. A su lado está Tino, un bilbaíno de más de sesenta años que fue cristalero y ahora acude varias veces al año para ayudar en lo que haga falta. “Yo les doy actividades que los motivan“, dice el Padre Blas. “Algunos cocinan, otros limpian, algunos trabajan la madera o la cerrajería. Lo importante es canalizar los talentos de cada uno“.
Materiales reutilizados: dar nueva vida a lo viejo
En la reconstrucción del albergue todo se aprovecha. “Aquí no se tira nada. Lo que no sirve, lo usamos para calentarnos“, comenta Blas. Muchos voluntarios regresan una y otra vez para continuar su obra: “Cada vez que vuelven, dicen con orgullo: ‘Yo puse esas baldosas’, ‘Yo construí esa estantería’, ‘Yo ayudé con el tejado’“.
Un albergue para todos
Actualmente, el albergue tiene capacidad para más de 90 personas y ofrece diferentes tipos de alojamiento según las necesidades de cada peregrino. “Si son grupos, si traen bicicletas, si viajan con mascotas o si son extranjeros… incluso tenemos un área especial para los que roncan“, bromea Blas. “Queremos que todos se sientan como en casa“.
Más allá del albergue: restauración del patrimonio
La labor del Padre Blas no se limita al albergue. Durante la visita, coordina con sus voluntarios el transporte de molduras a la iglesia de Monleón, en la que están trabajando en la decoración de los muros. “Hemos reutilizado puertas de madera para crear imágenes icónicas y colgarlas, de modo provisional, por si llega un cura al que no le gustan“, dice entre risas.
Un refugio para quienes buscan un hogar
En el atardecer, encontramos a Manolo, un sevillano que ha hecho de Fuenterroble su hogar tras quedarse solo en su tierra natal. “Aquí encontró su sitio“, dice Blas. Sin más palabras, le asigna una tarea: “Manolo, súbete y quítale todas las olivas a ese árbol“. Sin dudarlo, Manolo obedece, despidiéndose con un “Hasta pronto, amigo“.
Finalmente, el Padre Blas deja una frase que encapsula la esencia de este lugar: “Esto es lo bonito de todo esto. Aquí las paredes hablan para contar historias“.
Basado en Salamanca al Día