¿Tienes ya preparada la mochila del peregrino para hacer el camino de Santiago? En este punto, te queda… ¡lo más importante! Y es que el calzado con el que realizarás el camino de Santiago va a determinar en buena medida lo cómodos que nos vamos a encontrar durante tantos kilómetros.
Por eso vamos a dar un repaso a los diferentes tipos de calzado para saber cuál es el más adecuado para llegar hasta la ciudad del apóstol.
Estas son las diferentes opciones en cuanto a calzado para hacer el camino de Santiago.
Sea cual sea tu calzado, que no sea nuevo
Como en las carreras, aquí la regla número uno para evitar dolores, rozaduras o ampollas a lo largo del camino es no estrenar calzado bajo ningún concepto.
De hecho, lo ideal es no estrenar nada durante esos días: ni camisetas (que no sabemos si nos vamos a encontrar cómodos con ellas), ni calcetines (que no sabemos si van a transpirar bien) ni, por supuesto, calzado.
Tómate tu tiempo para elegir bien el tipo de calzado que vas a llevar y, una vez lo tengas decidido, doma esas botas o esas zapatillas durante al menos un mes. Tener ese tiempo extra durante el cual vas a poder probar el calzado elegido en distintos terrenos (recordemos que la preparación física, tanto en el gimnasio como saliendo a caminar es básica) te dará margen para saber cómo responde y para hacer ajustes extra (diferentes tipos de lazada, saber si necesitas o no plantillas, etc.)
Tres tipos de calzado con características diferentes
Botas de montaña:
Si vas a realizar el camino en los meses más fríos o si vas a pasar por zonas muy húmedas, las botas son la mejor opción.
Elige las que sean de caña media y moderadamente flexibles para que te resulten cómodas al mismo tiempo que protegen tus tobillos.
Además de elegir unas botas cómodas, fíjate también en los materiales: el Goretex suele ser la tecnología preferida por lo fabricantes en los últimos años, ya que permite a la bota expulsar el sudor y que no se quede concentrado entre el pie y el calcetín al mismo tiempo que protege al pie de las inclemencias del clima.
Zapatillas de trekking:
Para los meses más calurosos del año y los caminos de montaña, las zapatillas de trekking pueden ser una buena opción. Estas dejan más libre al tobillo que las botas, pero también son más ligeras y, para los que no estamos acostumbrados a movernos con botas, seguramente más cómodas.
Aunque durante el camino hay pocos grandes desniveles que salvar, sí que tendremos que hacer frente a diferentes tipos de terreno: asegúrate de que la suela de las zapatillas tiene un taqueado multidireccional que es lo que te va a garantizar que la zapatilla se agarre bien al terreno.
Sandalias cerradas:
Durante los meses de más calor y en los tramos del camino más benevolentes con el peregrino son muchos los caminantes que optan por las sandalias.
No hablamos, claro, de las típicas chanclas de playa, sino de sandalias cerradas que aseguran la sujección correcta del pie mientras lo mantienen bien ventilado y al aire.
También es buena idea llevar un par de estas sandalias, aunque no sea para hacer los tramos de camino, para dejar descansar los pies una vez hemos llegado a nuestro punto de destino en cada etapa.
No subestimes a los calcetines
Los calcetines tienen también una gran importancia en la preparación de nuestro camino de Santiago.
Como ya hemos indicado, y como con otras prendas, no es nada recomendable estrenarlos durante el camino, sino que deberemos haberles hecho el rodaje previamente para asegurarnos de que son cómodos y caminamos bien con ellos.
El tipo de calcetines más recomendado suelen ser los calcetines “antiampollas”: se trata de calcetines fabricados con una mezcla de lycra (para ajustar bien en todo el pie) y poliamida.
Su punto fuerte es que están fabricados sin costuras, de modo que no provocan rozaduras durante la caminata. Pueden además ir reforzados en zonas clave como la puntera o el talón para evitar que se rompan.
Los calcetines que escojamos deben ser de un tejido adaptable y transpirable, que permitan que el pie respire y que no atrapen el sudor dentro de ellos.
Es importante que cada día antes de ponernos las zapatillas o las botas dediquemos un momento a ponernos bien los calcetines con cierto mimo, estirándolos bien y evitando que se hagan arrugas, que en muchas ocasiones son las precursoras de las ampollas.
Invertir tres minutos por las mañanas en los calcetines puede poner tus pies a salvo para el resto del día.
Leído en Vitonica
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