Burgos, una de las joyas del Camino Francés, sigue siendo un lugar clave para los peregrinos que se dirigen hacia Santiago de Compostela. Si hay una prueba de que esta histórica ruta sigue más viva que nunca, es la constante afluencia de peregrinos que hacen parada en la ciudad.
Y nada mejor que el emblemático albergue municipal de la Casa de los Cubos para medir esa actividad.
Este albergue, gestionado por la Asociación de Amigos del Camino de Santiago, es como el termómetro perfecto para evaluar la salud del Camino. Y el diagnóstico está claro: a pesar de los estragos del coronavirus, el Camino está más fuerte que nunca. De hecho, con los 19.655 peregrinos que se hospedaron en el albergue hasta el 31 de octubre, se puede afirmar que el regreso a la normalidad está más que consolidado.
Echando la vista atrás, en 2020, cuando las restricciones de la pandemia estaban en su punto más alto, apenas 1.850 personas se alojaron en este albergue. En 2021, la cifra subió a 8.050 y, en 2022, se disparó a 19.255 Aunque en los años previos a la pandemia se llegaron a registrar casi 30.000 peregrinos en Burgos, las expectativas actuales se centran en superar las 20.000 pernoctaciones este año, lo cual ya es todo un logro.
Alojamientos para peregrinos en Burgos
Una de las claves de esta evolución es la creciente oferta de alojamientos en Burgos. Además de los albergues tradicionales, como el de la Divina Pastora o el de Emaús, más algún otro privado, la ciudad está llena de opciones para todo tipo de peregrinos: hoteles, hostales, pensiones e incluso pisos turísticos.
Como bien señala Aguirre, miembro de la Asociación de Amigos del Camino, las necesidades de los peregrinos han cambiado. Después del golpe de la pandemia, muchos prefieren evitar los albergues y buscan opciones más privadas. Por eso, aunque la cifra de peregrinos ha disminuido ligeramente respecto a los tiempos dorados, la diversidad de alojamientos ha aumentado considerablemente.
Evolución
Aun así, la satisfacción con la evolución del Camino en Burgos es palpable. Con la temporada alta ya finalizada, la Asociación se prepara para la época de mejoras.
Desde el puente del Pilar hasta Semana Santa, cuando el flujo de peregrinos disminuye, es el momento ideal para realizar las reparaciones necesarias en el albergue. No es fácil mantener un espacio que lleva 15 años en uso constante, pero la Asociación, con sus 600 miembros, se asegura de que todo funcione como debe.
Sin embargo, no todo es perfecto en este camino. A pesar de la importancia del albergue y del papel fundamental que juega la Asociación en la gestión de los peregrinos, el convenio con el Ayuntamiento de Burgos sigue pendiente de ser firmado.
Es un problema recurrente. Año tras año, la firma del acuerdo, por el que el Ayuntamiento ayuda a financiar parte de las actividades de la Asociación, se retrasa sin razón aparente. Aunque Aguirre lo comenta con resignación, también se nota cierto enfado. “Ocurre todos los años“, dice, dejando claro que algo no está funcionando bien.
Burgos y el Camino
Pero más allá de estos trámites burocráticos, Burgos sigue siendo una parada imprescindible en el Camino Francés. Su impresionante catedral, un verdadero tesoro del gótico, es el reclamo principal para los peregrinos que, tras largas jornadas de caminata, encuentran en Burgos un lugar perfecto para descansar, recargar energías y admirar la historia viva que los rodea.
Curiosamente, una de las cosas que más sorprende a los peregrinos es la existencia de la “Puerta del Perdón“, situada en la iglesia de San Nicolás, junto a la catedral. Aunque muchos pasan de largo, aquellos que se detienen y cruzan esta puerta en un Año Santo pueden recibir la indulgencia plenaria, lo cual añade un toque especial a su experiencia en Burgos. Es un pequeño detalle que hace que muchos sientan que han encontrado un pedacito de milagro en medio del camino.
Los sellos del Camino
Y hablando de detalles curiosos, el Camino de Santiago ha traído consigo una especie de ritual moderno que no deja de sorprender. Muchos peregrinos, además de buscar la espiritualidad o el desafío físico, también se han sumado a una peculiar tradición: coleccionar los sellos que marcan su paso por diferentes puntos del Camino.
En Burgos, los caminantes hacen cola en la catedral y en otros puntos estratégicos para conseguir estos sellos, que se han convertido en auténticos trofeos personales. Cada sello cuenta una historia, una etapa superada, y algunos peregrinos los atesoran con un orgullo casi infantil.
Así que, aunque las cifras puedan fluctuar y las necesidades cambien, Burgos sigue siendo un lugar fundamental en el Camino Francés. Con su mezcla de tradición, historia y esa energía renovada que traen los peregrinos año tras año, la ciudad continúa escribiendo su capítulo en esta gran aventura que es el Camino de Santiago.
Basado en El Correo de Burgos / Laura Briones