El Albergue de las Carbajalas, junto a la Plaza del Grano de León, lleva prácticamente un año cerrado, desde mediados de marzo, cuando se decretó el estado de alarma y se confinó a la población. «Esto es muy duro. No sabemos cuando podremos abrir», apuntan las religiosas que gestionan uno de los alojamientos más emblemáticos de la ciudad para las personas que hacen el Camino de Santiago.
Tampoco han visto a ningún peregrino este año en el de San Francisco de Asís, en la avenida del Alcalde Miguel Castaño. «Cuando empezaron las restricciones dejaron de venir», explican.
En una situación parecida está Alfonso Alonso, propietario de Check in León, otro de los establecimientos acostumbrados a recibir peregrinos durante todo el año. «Alguno ha habido, pero nada que ver con el verano, cuando sí se notó la afluencia de turistas que hacían el Camino, tanto de España como de fuera. Y en enero tuvimos un alemán, un danés, uno de Luxemburgo y dos españoles», revela. «Ahora no hay ninguno», lamenta.
Fuera del entorno urbano la situación es incluso peor. Lo subraya Lucio Fernández, que gestiona el Albergue La Torre, en Arcahueja. «Si me llama alguien, abro, pero en enero y febrero no se ha puesto nadie en contacto con nosotros», revela. Critica además que cuando se confinó el municipio de León se pusiera un autobús en Mansilla para llevar a los peregrinos hasta La Virgen sin pasar por la ciudad, cuando se les podía recoger en Puente Castro. «Nos hicieron mucho daño y ahora todas las administraciones se lavan las manos». Tampoco entiende que la ruta discurra ahora anexa a Valdelafuente, «al lado de la carretera, cuando se construyó una pasarela para salvarla. Es peligroso pero las cabezas pensantes deben de saber más que nosotros», ironiza.
Leído en Diario de León