Los donativos de 63 compañeros del Camino de Santiago permiten que el albergue de Acacio&Orietta en Viloria de Rioja funcione a partir de la Semana Santa de 2022
Acacio podría haber hecho las cosas de otra manera, inclinarse por una vida más ordenada. Tuvo la oportunidad pero optó por salirse del ‘camino’, por romper con clichés y convencionalismos y se adentró en cuerpo y alma a la Ruta Jacobea. Abandonó su Brasil natal con una mochila en la que únicamente transportaba lo necesario y en la que quedaba espacio para una infinidad de recuerdos. Se enamoró de una joven italiana en Torres del Río, Orietta, al coincidir con ella en un albergue de peregrinos, y desde entonces se «fusionaron en uno».
Nunca han atendido al qué dirán o a la mirada de los que se autodeclaran «cuerdos». No, eso nunca. Ella escuchó el latido de lo irracional, se fue con su pareja a recorrer el Camino de Santiago y tras cientos de kilómetros a sus espaldas cayeron en Viloria de Rioja, un pequeño pueblo al que ahora llaman hogar. Compraron una casa vieja y se instalaron. También los caminantes que cada día atravesaban el pueblo en sus recorridos con la meta fijada en Santiago de Compostela y otras localidades por las que pasa la ruta.
Con esfuerzo y pocos recursos económicos acondicionaron la vivienda. Compartieron con viajeros procedentes de todo el mundo su espacio y vivencias, además de las anécdotas de cada uno. Un estilo de vida diferente pero apasionante que ha permitido al matrimonio estudiar el comportamiento personal y ampliar sus conocimientos sobre el Camino de Santiago. Pero en uno de los mejores momentos la pandemia de coronavirus lo dejó todo ‘patas arriba’ y obligó a cerrar a cal y canto el refugio. «Tiempos difíciles que no volverán, o eso esperamos», manifiesta en tono positivo el brasileño.
La compleja situación que atraviesa junto a su «bella italiana» desde hace veinte meses le obligó a dejar España y afincarse en Francia. Pero solo por un tiempo, el 5 de enero volverá con «más fuerza que nunca». La energía que desprenden sus declaraciones tiene sentido. «No es otro que la seguridad que nos han aportado los donativos de nuestros compañeros de batalla, los peregrinos», confiesa.
La covid llegó con la falta de ingresos debajo del brazo y las letras de gastos se acumularon hasta llegar a una situación insostenible. El modesto sueldo como cuidador de una vivienda en un pueblo próximo a Lourdes no daba para todo por lo que decidieron lanzar una campaña de crowdfunding para salir a flote. El valor obtenido lo pretenden destinar al mantenimiento del refugio de peregrinos con el objetivo de «garantizar la seguridad de todos aquellos que eligen este albergue como parada en su camino. Pronto tendremos que hacer adaptaciones de sanidad y estas donaciones también serán para este material. 21 años viviendo en el camino nos hace creer que tenemos que seguir aquí, más firmes que nunca, con fe y esperanza», explica la pareja.
A día de hoy, 63 donantes de varios rincones del mundo han apostado por el alojamiento y aportado 3.330 euros. Lo suficiente para que a partir de la Semana Santa de 2022 la presencia peregrina regrese a la localidad. Califican su vida de «utópica» y mucho mejor que con la que soñaban y eso se lo trasladan a sus huéspedes. Un tanto apenado porque este año no abrirán las tarjetas navideñas y los dulces que reciben de sus colegas peregrinos, Acacio desvela que nunca le habían podido tanto las ganas de compartir comedor, baños y terraza como ahora.
Agradece a los cooperantes el apoyo fundamental que han mostrado y a los más de 12.000 visitantes de 157 nacionalidades diferentes que han dejado su huella en el alojamiento. Sin duda, este gesto «nos da el impulso que necesitábamos para reactivar el negocio y seguir estudiando sobre lo que más nos apasiona», manifiesta el peregrino, que ha recorrido el trayecto desde Roncesvalles hasta Santiago en 27 ocasiones. Recuerda que domina seis idiomas -portugués, inglés, francés, español, catalán e italiano- que el precio por cama es de 5 euros, y que cada huésped entrega el donativo que pueda por cenar en familia.
Buen Camino.
Leído en Diario de Burgos