6.527 peregrinos del Camino de Santiago pernoctaron en el albergue Pedro Solís de Avilés el año pasado, 125 más que en 2015 y récord absoluto desde que en 2002 abrió sus puertas. El aumento se enmarca dentro de la creciente popularidad de esta ruta que en 2016 batió el número de viajeros que ganó La Compostela, es decir, el documento que se expide en Santiago a todos aquellos que demuestran haber recorrido al menos cien kilómetros del Camino mediante el sello de la credencial en los distintos albergues.
Avilés se beneficia también de ser el final de la vigesimo primera etapa del Camino del Norte y de los buenos comentarios de quienes se hospedan aquí, difundidos tanto boca a boca como en las redes sociales. La proyección del Camino de Santiago como forma popular de hacer turismo, más allá de una experiencia religioso o espiritual, fue advertida por el nuevo gobierno municipal que, ya el principio de su mandato, comprometió una partida económica para remozar las instalaciones en 2015. A los más de 26.000 euros que sirvieron para sanear tanto muros interiores como exteriores del recinto y para construir una pérgola metálica de acero en el patio que permite resguardarse de las inclemencias meteorológicas, se añadieron otros cuatro mil aprobados el pasado año.
Aparte de para renovar el sistema de agua caliente de las duchas, que presentaba algunas deficiencias, servirán para sustituir los 54 colchones. Aún no están disponibles, pero Jesús de la Rosa, presidente de la Asociación Astur-Galaica que gestiona el albergue, los espera como agua de mayo. «Ya me han explicado cómo van a ser y son buenísimos, antiácaros y antitodo», explica. Los peregrinos mantienen unas normas de higiene correctas, pero el problema son las mochilas, «que se posan en cualquier lado y pueden traer cualquier bicho». «Sulfatamos todos los años una vez, aunque de momento nunca hemos tenido ningún problema», garantiza.
Cuando se coloquen en las literas, el albergue parecerá casi nuevo. A la inversión municipal de estos años se añaden un serie de pequeñas obras de albañilería realizadas por el propio De la Rosa y el sistema de apertura automática con el que cuenta la instalación desde el pasado mes de noviembre. En su afán por la estética del Pedro Solís, el gestor del albergue ha construido en piedra una jardinera de metro y medio de alto que oculta la ropa tendida en el patio.
El sistema de apertura automática permite cierta flexibilidad en los horarios a Jesús de la Rosa, que ya no tiene que acudir inmediatamente a abrir la puerta cuando llega un peregrino. «Lo instalamos para los meses de invierno, cuando la gente llega con cuentagotas. En primavera y verano estamos de 11 a 23 horas, practicamente. En otoño e invierno, no. Ayer, por ejemplo, no vino nadie», explica.
De esta forma, cuando el huésped llega, si el albergue está cerrado, llama al número de teléfono móvil de De la Rosa que, cual contestador automático, ha aprendido de memoria la frase: «Open the mailbox and enter the following numbers…» («Abra el buzón e introduzca los siguientes números…»). Le proporciona una serie de números y el peregrino tiene a su disposición una instalación con todo ordenado y una serie de instrucciones repartidas por las estancias y escritas en español y en inglés. «El problema es cuando los peregrinos se quieren liar a hablar conmigo en inglés tras oír la frase que les digo», se ríe De la Rosa. Añade, no obstante, que el 80% de los extranjeros que llegan entiende algo de español. En cuanto el gestor puede, se acerca hasta allí y completa con el caminante el registro y la bienvenida.
En la línea de años anteriores, los españoles fueron los peregrinos más numerosos seguidos de alemanes y franceses e italianos. Estos últimos, según el mes, se alternan en el tercer puesto. En total, alrededor de sesenta nacionalidades diferentes.
Los meses con mayor demanda son los del verano. Julio y agosto sobrepasan las mil pernoctaciones y junio y septiembre las novecientas. Diciembre, enero y febrero son los meses más flojos seguidos de noviembre, marzo y abril.
El año pasado fueron 21 las personas que llegaron al albergue en enero (19, en 2015), 30 en febrero (28), 110 en marzo (88), 350 en abril (248), 703 mayo (640), 944 (842) en junio, 1.330 en julio (1.475), 1.487 en agosto (1.631), 971 en septiembre (1.006), 441 en octubre (337), 109 en noviembre (62) y 31 en diciembre (25). Curiosamente, de julio a septiembre, los meses con mayor afluencia de visitantes, la instalación acogió a menos peregrinos que el año anterior. Ocurrió así porque este año los voluntarios de la Asociación Astur-Galaica pudieron aconsejar a los caminantes que encontraban el Pedro Solís lleno que cogieran un autobús y se desplazaran hasta el de San Martín de Laspra (Castrillón).
«Aunque nos duele decir que no hay cama, San Martín está en un enclave precioso y tiene hasta habitaciones individuales», aunque el año pasado muy pocos peregrinos sabían de su reciente apertura. De la Rosa deja caer por si acaso que «si me dejaran, me explayaría en el resto del edificio», en alusión a las plantas vacías del inmueble de la calle de La Magdalena.
Leído en El Comercio