Pablo Villapol / El Progreso
El mejor viaje de mi vida fue el que corresponde al Camino de Santiago. No es por despreciar, pero fui de los últimos que lo hizo al estilo del siglo XX: justito de albergues. Esto fue porque lo hice en 1992.
En materia de peregrinaje el siglo XXI comienza en 1993. Para quien no lo recuerde, aquel fue el año que Fraga se volvió loco con el tema y programó un Xacobeo al estilo al que a le gustaban las cosas cuando se le ocurrían a él: faraónico.
Fue cuando aquello de los peregrinos diésel de Beiras, porque andaban mucho y consumían poco. Estaba tan atinada la frase que Fraga subía por las paredes. Fue también cuando le dio por la improbable alianza de romeros y roqueros y alguien lo engañó para dar luz verde al Concierto de los Mil Años, del que también disfruté, con Bob Dylan, Chuck Berry, The Kinks, John Mayall, Robert Plant, Sting o los cinco minutos que tocó Jerry Lee Lewis antes de darle un bofetón a un cámara y largarse.
Peregrinar entonces aún conservaba algún punto medieval: no había muchos albergues y había que calcular para no quedarse colgado por el camino, nunca mejor dicho. La gente era extremadamente amable contigo. En nuestro caso, nos metimos en una de las pallozas de O Cebreiro calados hasta los huesos y decidimos calentarnos haciendo un fuego en la palloza, sin tener en cuenta que no tiene precisamente conductos de ventilación, así que a los diez minutos tuvimos que salir por piernas con aquello lleno de humo. Una mujer que vivía enfrente nos acogió en su casa, nos hizo la cena y al día siguiente el desayuno. Insistimos en pagarle pero acabamos por darle más bien una limosna que otra cosa.
Con respecto a los albergues la cosa estaba tan complicada que cerca de O Pino llegamos a uno que estar, lo que se dice estar, estaba. Desde fuera ya presentaba un aspecto bastante sospechoso. Pero al entrar espantamos a dos ratas enormes que salieron disparadas y decidimos que era mejor tirar de la iniciativa privada e irnos a un hostal.
Hubo muchísimas risas, muchas ampollas, mucho compañerismo y la sensación de estar viviendo algo especial e íntimo.
Luego empecé a ver aquellas peregrinación del 93 y del 97 de miles de personas al mismo tiempo, de colas sin fin en la oficina del peregrino de Santiago, las masificaciones, la gente que vive en los pueblos algo harta de la mala educación de algunos peregrinos y pensé que por fuerza aquello tenía que haber cambiado al dispararse la cantidad de gente.
Ya era otra cosa.
El pasado miércoles constaté el cambio producido en este mismo periódico. El Rey de España y el presidente de la Junta de Galicia sostenían al unísono una vieira aparentemente de plata enmarcada que Feijóo le daba al monarca. Debajo de la foto un despiece de la información principal me avanzaba dos «embajadores» de excepción para esta ruta: Mariano Rajoy y Vicente del Bosque.
Yo creo que esto ya deja muy claro que todo esto cambió y no se parece en nada a aquel lejano 1992 en que la gente todavía nos miraba con curiosidad al pasar por Herrerías, aún en León.
Hace una semana entrevisté a la directora general de Turismo, Nava Castro, que me explicaba que las diferentes variantes de esta ruta son ya patrimonio de la humanidad, reconocidas además con ese nombre.
Y llevaba razón. El Camino de Santiago es la aorta por la que más peregrinos llegan a Galicia.
En Ribadeo se ve de una forma muy clara porque es la puerta de entrada a Galicia por el Camino Norte. Si se le pregunta a cualquiera que tenga un bar se obtendrá siempre la misma respuesta, y es que este verano hubo más peregrinos que nunca. Se podían ver en verano cada mañana por las calles del pueblo con las inconfundibles mochilas a la espalda y algo desorientados entre las calles.
Para mi gusto no madrugan mucho, cuando lo más útil es llegar cuanto antes a donde vayas, aunque a nosotros nos llevó varios días llegar a comprender eso.
Pero a lo que iba es que en cierto modo algo se nos quedó por el camino. Cierto encanto se perdió en el momento en que la gente se organiza para hacer cada domingo una ruta de la peregrinación. Eso es un fraude.
El Camino de Santiago está concebido en su esencia como un tránsito espiritual que no puede completarse de verdad si no es superando una serie de penurias. Es una vergüenza eso de que te lleve la mochila una furgoneta. O organizarse para hacerlo 300 personas al mismo tiempo. O hacer una etapa cada domingo ¿Qué carajo es eso?
Aún tengo la esperanza de que este Papa, al que tanto le gustan los charcos, retire la Compostela en esos supuestos y otros aún peores, que los hay.
Hola Pablo. Cómo me ha “casi gustado” tu artículo. La verdad es que se entrevé el sentimiento, añoranza… no sé, el sentimiento de lo que fue y ahora parece que no lo es. Pero me confunde, parece que lo bonito es lo que se sufría por hacerlo, agarrándonos a ese recuerdo de lo medieval donde quizás muchos caminos eran intransitables por su estado o donde en algún albergue nos visitaban algunas ratas que parece nos hacían gracia.
Pues no se… A mi parecer el fraude es que te digan cómo hacer el Camino. Que te encuadren como peregrino “light” por lo que llevas o cómo vas. Quizás también esos peregrinos de la edad media dirían lo mismo que tú si supieran que comenzaste el Camino en Roncesvalles o Logroño, digo yo, o donde sea y fuiste en autobús, tren, coche… a comenzar la ruta en lugar de salir desde la puerta de tu casa. O igual si vieran que el calzado que llevabas te costó 10000 pesetas y no ibas con alpargatas o tu equipación, más lo que llevabas en tu mochila tenía un valor de más de 50000…
Pues eso, que una cosa es el sentimiento que todos lo tenemos y otra es hablar de vergüenza olvidándonos del siglo en que bien sabes que estamos. Al final todos vamos sin mochila, no te quepa la menor duda. Todos intentamos salvar el charco para no meternos en el barro, nos ponemos la capucha si llueve y nos sentamos cuando nos cansamos si nos apetece, y si no es así pues bien, que sea lo que cada uno quiera sin por supuesto perder el respeto a que cada uno haga “su camino” que no el tuyo. Qué carajo, eso es lo que me parece que tengo que hacer.
Seguro que ahora también, el que lo haga con mochila o sin mochila también siente lo mismo que tú, que ha sido “el mejor viaje de su vida”
Buen Camino!!!
Juanjo de JACOTRANS, un peregrino que lleva mochilas.
No veo en su articulo ninguna base para decir que es necesario padecer de penurias para hacer El Camino; y que se tenga que llevar a cuestas la mochila para poder obtener La Compostela, y tampoco tiene usted el derecho de calificar de que es una verguenza que le lleven la mochila de un sitio a otro. Me gustaria que usted se metiera en los zapatos de un peregrino que no tenga buena salud, que sufra de una enfermedad que lo limite a llevar la mochila a cuestas y que usted lo tilde que no tiene verguenza. No generalice y mucho menos critique, Las reglas de como obtener la compostela, no son dadas por políticos, sino por la autoridad eclesiástica, y si no lo sabe, también existe la compostela a quienes realizan El Camino, no por motivos religiosos. Y no se le olvide que cada quien lo hace de acuerdo a sus posibilidades ya sea de tiempo, economicas. España tiene en su haber El Camino de Santiago, el cual seguro va a permanecer en el tiempo, ajustándose a todo lo moderno, actualizandose cada dia y lo que necesita es que si se va a criticar algo, se haga en forma constructiva. Y para terminar, seria muy conveniente que nos publicara la carta que le escribió usted al Papa Francisco con sus opiniones o , ya que si no lo hizo, no se como se va a enterar. Defiendan lo bueno que tienen, si se puede mejorar lo hacemos, pero basta ya de criticas destructivas. Para terminar si no tiene nada bueno que decir la mayoría de las veces es mejor quedarse callado, por que antes ha debido poner su granito de arena para poder hablar con propiedad. La critica destructiva nos esta llevando por muy mal camino. Que tenga muy buenos días