El recorrido tiene un inicio duro: la salida de la ciudad y un ascenso bastante pronunciado justo después. Afortunadamente, tras esto, vuelven los bosques y los paisajes tranquilos. Nos aguarda Cea, localidad famosa por su pan.
No obstante, se trata de una etapa corta en la que podremos elegir la forma de entrar en Cea: por Tamallancos, ahorrando un par de kilómetros, o por Canedo. Ambas opciones son parecidas, teniendo que sufrir varios repechos y la presencia constante de la carretera, destacando en la segunda alternativa la conocida como “costiña de Canedo”.
Finalmente en Cea podremos degustar un buen plato de comida casera rebañado con su afamado pan y visitar alguno de sus puntos de interés.
A tener en cuenta…
La bifurcación de los dos caminos está perfectamente señalizada, con una piedra en medio de un cruce de avenidas. La encontrará a 250 m después de cruzar el Ponte Vella. El camino oficial por Tamallancos es más recomendable, pues tiene menos asfalto.
Santiago ya está a tan solo cuatro jornadas. A partir de Ourense comenzaremos a notar una mayor afluencia de peregrinos que buscan andar lo mínimo exigible para lograr la Compostela. De todas formas, el Camino Sanabrés no llega a saturarse tanto como el Francés desde Sarria o el Portugués desde Tuy.
Esta etapa no cuenta con dificultades especiales para bicigrinos o para personas con movilidad reducida.
Albergues de peregrinos y otros alojamientos en la etapa
La etapa consta de dos variantes: la oficial por Tamallancos y la alternativa por Canedo. Las dos están bien señalizadas, pero la primera tiene menos asfalto. La segunda, en cambio, es un poco más corta. Lo que sí tienen ambas en una brusca subida al poco de arrancar y es que hay salir del valle del Miño para empezar a remontar la Dorsal Gallega, un sistema de montañas no demasiado alto que nos separa de nuestra meta. El desnivel positivo acumulado del trayecto rondará en esta jornada los 600 metros, es decir, vamos a estar ascendiendo mucho rato.
Antes de decidir qué opción tomar, hay salir de Orense. Como siempre que se abandona una ciudad, no será una experiencia agradable. Desde el albergue municipal, subimos por la calle Barreira hasta la Plaza Mayor y, sin desviarnos, continuamos por la calle Lamas Carbajal. Alcanzamos la Plaza Eugenio Montes y seguimos de frente y sin pérdida alguna por la Rúa do Paseo. Al fondo, en el Parque San Lázaro, doblamos a la izquierda para enfilar la calle Concejo y al final veremos ya el Puente Romano. Cruzamos el Miño.
Atención en este punto porque viene la bifurcación de la etapa. Al otro lado del río, empezamos a andar por la Avenida de las Caldas. En el primer cruce veremos una piedra que marca los itinerarios. Si seguimos de frente, rumbo a la estación de trenes, acabaremos realizando la alternativa por Canedo. Si giramos a la derecha, conectamos con la Avenida de Santiago (que realmente es la carretera N-525) e iniciamos la variante por Tamallancos. Como esta segunda es la oficial o la más tradicional, vamos por ahí.
La avenida es larga. Pasamos las vías del tren y continuamos hasta una gasolinera. Junto a ella, a la derecha, tomamos una calle llamada Camiño Real Cudeiro Norte. Tras medio kilómetro, cruzamos con mucho cuidado la carretera nacional. El ascenso más pronunciado comienza justo después: casi 300 metros en algo más de 3 kilómetros. Nuestras piernas lo acusarán.
A media subida, atravesamos la carretera OU-150 y poco después alcanzamos las dispersas casas de Cudeiro. Tras un poco de serpenteo por unas calles, iniciamos otro repecho por un empedrado que conduce a la ermita de San Marcos da Costa. El edificio es bonito, pero puede que las vistas impresionen más.
Las cuestas no han acabado aún. Eso sí, nos despedimos de las zonas urbanizadas por un trecho antes de llegar a la aldea de Sartédigos. Cuando abandonemos esta población, veremos el mojón que indica que faltan menos de 100 kilómetros hasta Santiago de Compostela. Es un punto obligatorio para hacerse una foto y emocionarse por todo vivido en este exigente Camino.
Tras el mojón, tocamos durante unos metros la carretera OU-526. El desvío por la derecha es casi inmediato. Unos metros y llegamos a las casas de Outeiros da Forca, que no se puede considerar ni aldea.
El trazado irá perdiendo inclinación en la zona próxima. Se adentra por unos bosques muy densos, pero sin abandonar el asfalto en casi ningún momento. En un claro, atravesamos la OU-525 para, poco después, volver a internarnos en una arboleda y así descender hasta el valle del río Formigueiro. Volveremos a oír el rumor de tráfico: nos aguarda la N-525. Conectamos con ella en un pequeño polígono industrial y seguimos su asfalto unos metros antes de tomar un camino que sale a su derecha y que nos dejará en Tamallancos, localidad que sí cuenta con servicios.
Quedan unos 10 kilómetros aproximadamente. De aquí al final vamos a pasar por muchas aldeas, por lo que vamos a ir distraídos. Entre campos y praderas, llegamos a Bouzas, donde volvemos a cruzar la N-525 para enfilar una calle que poco a poco se va separando de la carretera. En esta localidad podemos ver un bonito conjunto de hórreos.
Pasadas las casas, damos con tres caminos que se separan. El nuestro es el del medio, el de tierra. Siempre de frente, toca visitar Sobreira tras 3 kilómetros. La aldea es muy pequeña, pero tiene varias casas antiguas con fachadas interesantes. Rodeamos la población por la izquierda y, tras otra recta, nos encontramos un cruce. De nuevo, caminamos recto hasta internarnos en una arboleda.
Es hora de admirar unos de los tesoros de esta etapa: el puente romano de un solo ojo sobre el río Barbantiño. El lugar es precioso y merece la pena disfrutar de su quietud. Justo después damos con las ruinas de un despoblado y ya, a poca distancia, está Faramontaos.
Los servicios de esta aldea se ubican junto a la carretera, a unos metros a la derecha. Si no necesitamos nada, la señalización nos hace doblar a la izquierda por una pista de tierra que va en paralelo a la nacional hasta entrar en Viduedo. Aquí cruzamos la calzada y nos colocamos a su derecha.
La pista de tierra nos mete en otro agradable bosque antes de llegar a Casanovas. Es otra aldea de escaso interés y mucha dispersión de viviendas. Justo en este municipio se une la variante que avanzaba por Canedo.
La meta está muy cerca. Hay que cruzar antes dos carreteras: la OU-405 y poco después, por un paso inferior, la OU-504. El albergue municipal está a las afueras del pueblo, en una zona de casas muy típicas.
Cea es el municipio más grande del Camino desde la salida de Orense. Cuenta con todo lo necesario, incluidos varios bares, farmacia, tiendas y varias opciones para dormir.
La localidad tiene como monumento más llamativo la alta Torre del Reloj de estilo neoclásico ubicada en su Plaza Mayor. Si bien, la fama le viene a este pueblo por su pan moreno, de gruesa corteza y miga densa; lo elaboran en varios obradores con un sistema que se mantiene fiel al empleado en la edad media. Es obligatorio probarlo.
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