Un refugio con muchas historias - Camino de Santiago

Un refugio con muchas historias

El albergue de Jato en Villafranca se ha convertido tras 21 años en un emblema

A Jesús Arias Jato, uno de los hospitaleros más veteranos del Camino, le costó 21 años hacer realidad su sueño de construir un albergue junto a la iglesia de Santiago de Villafranca del Bierzo A punto de cumplir 70 años, Jesús Arias Jato sigue atendiendo con esmero a los peregrinos que pasan por Villafranca del Bierzo, a los que ha dedicado su vida, una vocación que se ha visto correspondida por el cariño de las miles de personas a las que ha ayudado. Su familia ya acogía a los romeros antes incluso de que el Camino de Santiago estuviera señalizado y él tomó el testigo hace cuatro décadas.

 

Jato regenta desde hace 21 años el refugio Ave Fénix.

Tras habilitar diversos espacios para que los caminantes pudieran dormir, como un invernadero y unas carpas al aire libre, hace diez años pudo ver cumplido su sueño de inaugurar un albergue, modesto pero con toda la energía y el alma de la ruta jacobea: el Refugio Ave Fénix, ubicado junto a la iglesia de Santiago y a su Puerta del Perdón, el único lugar del Camino en el que se puede ganar el Jubileo sin llegar a Santiago.

Mientras atiende a unos peregrinos jienenses, Jato (el nombre por el que todo el mundo le llama) explica que poner en marcha este establecimiento fue una tarea larga y difícil. «Me tiré 14 años para conseguir los permisos para hacer la obra hasta que demostré que aquí estaba el primitivo hospital de peregrinos del siglo IX. Luego tardé otros siete años en construirlo, 21 años en total para verlo hecho», señala, indicando que contó con la -˜ayuda-™ del apóstol Santiago. «Hice la peregrinación de Roma a Santiago en bici para pedirle que me aprobaran los planos y cuando vine tenía una carta de que me lo habían concedido. Yo creo que si algo se pide con fe se consigue», apostilla.

El Refugio Ave Fénix cuenta con 80 plazas y está abierto todo el año, atendido por Jato y por hospitaleros voluntarios. «A los peregrinos les pedimos que si pueden aporten cinco euros o el donativo que quieran, y si necesitan ayuda que la pidan. Si tenemos dinero en la caja y no tienen, les doy algo», explica un poco contrariado por no haber podido construir exactamente lo que quería. «Tenía pensado lo que quería hacer pero se me escapó de las manos, yo quería una cosa muy rústica pero la vida te obliga a que modernizar las cosas un poco», señala.

Recuerdos.

Tantos años dando cobijo a los romeros han dejado a Jato un buen puñado de amigos y un sinfín de historias. A su mente vienen algunas recientes, como la Nochebuena que pasó el año pasado en compañía de unos amigos brasileños que decidieron venir desde Río de Janeiro hasta Villafranca sólo para cenar con él ese día.

También recuerda que un día llegó un peregrino «muy cansado» y decidió darle un masaje para aliviarle. «Me di cuenta de que ocupaba un cargo muy importante y noté que estaba muy preocupado, y se lo dije. Entonces, se echó a llorar», rememora Jato, quien explica que el caminante era el ministro de Justicia de Brasil y que «los americanos» querían que les cediera un terreno en el Amazonas, por lo que estaba recibiendo «amenazas por teléfono y ofertas de hasta cien millones». «Ni quiero que me maten ni quiero el dinero, yo quiero a mi país, me dijo», recuerda Jato, que le aconsejó «decir que no» y que el ministro le invitó luego a su casa.

Fuente: diariodeleon.es

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