El Albergue El Salvador gana un 10% de huéspedes de 2016 a 2017 y la tendencia sigue al alza | Los usuarios destacan la amplitud y la limpieza como puntos fuertes de la instalación, que se encuentra en temporada alta este mes
El Camino de Santiago, y sobre todo el Primitivo –el primero, el que inauguró el rey Alfonso II caminando de Oviedo a Compostela allá por el siglo IX– está de moda. Las cifras lo dejan claro: el Albergue El Salvador, que acoge a los peregrinos en dependencias del Seminario Metropolitano, recibió a «unos 6.500 el año pasado, un 10% más» que el año anterior. Son datos de la Asociación Astur-leonesa de Amigos del Camino de Santiago, y su tesorero y encargado de la instalación, Pablo Sánchez, augura que mejorarán: «Batimos el récord y este año vamos a pasarlo». El Albergue registró 56% caminantes internacionales y del total, un 64% eran hombres.
La prueba del éxito es que, para tener acomodo, hay que esperar cola. «Se necesita mucho tiempo para entrar», dice en inglés el alemán Vadim Cernysov, aunque aprecia que el local «es grande, comparado con otros». No es novato. Ya había peregrinado el año pasado por la costa, cuando encontró «su pasión, es muy proceso muy purificador». Este 2018 quiere probar con el Camino Primitivo acompañado por su prima, la rusa Ekaterina Vorobyova. Sus nacionalidades no son las más corrientes en el albergue, donde abundan los italianos, seguidos de los franceses. Luego, alemanes y polacos.
La espera es normal en plena temporada alta: en julio y agosto la ocupación puede superar las mil personas, aunque nunca se ocupan a diario las 66 plazas, distribuidas en catorce habitaciones. La cifra decae en los meses de invierno.
Tras la puerta está la recepción, donde los peregrinos se registran –seis euros por una sola noche, la estancia habitual– y sellan su credencial de peregrino o la solicitan; este último trámite lo ejecutaron en 2017 2.262 personas, un 29% más que en 2016. En este trámite se encuentra Juan Carlos Arias, que viene de Ciudad Real, pero empezó a caminar en Mérida, siguiendo la Ruta de la Plata. «Mi primera impresión es buena, se ve limpio», destaca de la instalación.
Al fondo, ya se han instalado unos cuantos jóvenes cordobeses: Adriana, Jacobo y Roberto Navarro y Beltrán Carrero, con edades comprendidas entre los 12 y los 14 años. Todos repiten como peregrinos: ya hicieron el Camino en 2016 y planean volver a andarlo en 2020. «Son vacaciones diferentes, es todo campo», describe Carrero. Es una experiencia que recomiendan a la demás gente de su edad, aunque Adriana no cree que vaya a tener mucho éxito: «Mis amigas son súper vagas», bromea. Aprecia que el albergue es amplio, aunque también le da «un poco de miedo».
Con ellos viajan también adultos y otro joven, Guillermo López, que ya tiene que ponerse un apósito en el pie antes de marchar al día siguiente, por el Camino Primitivo, a Santiago. «Venimos por la amistad, el paisaje, nos encanta juntarnos a caminar. Aprendes lo que es estar un poco sacrificándote», explica Concha Sáiz, de Valencia. Su amiga, la cordobesa Eva Leiva, asegura que todos recomiendan el Primitivo como «el más bonito», aunque sea duro, y alaba del Albergue que «el personal es muy agradable». «No hemos estado en ninguno tan grande como este, son cuchitriles», añade.
El grupo encaja en las estadísticas de la asociación. Dentro de España, los andaluces son los que más recalan en el albergue, seguidos de madrileños y valencianos.
Al frente del Albergue está Pablo Sánchez, que enseña con orgullo los baños con sus duchas, la capilla –con misas para los caminantes–, la lavandería, las habitaciones y la sala común, con rutas, vajilla para comer, máquinas de ‘vending’ y hasta alguna revista. La instalación tiene 27 años, pero recuerda que «antes estábamos en Adolfo Posada y antes en San Pedro Mestallón».
«La gente marcha encantada de cómo está el albergue», afirma, orgulloso. No es palabrería: el libro de visitas está lleno de agradecimientos en múltiples idiomas, desde el francés al chino. Y es que por allí pasa «de todo, ingenieros, médicos, obreros, sacerdotes…». Y muchos aprovechan para visitar la ciudad. Y si piden consejo, «no tenemos predilección, pero al peregrino le gusta más el Primitivo».
Los números confirman la voluntad que expresan los peregrinos. Un 79% de los del año pasado fueron a Santiago por el Camino Primitivo, y solamente el 8% optaron por la el de la costa.
Leído en El Comercio