Carmen tiene un albergue en pleno Camino de Santiago. Concretamente en Arzúa (La Coruña). En las últimas semanas se ha dedicado a desinfectar escrupulosamente todo con lejía. “Hasta he pintado las paredes y barnizado los muebles”, comenta. Ha comprado sábanas desechables. También, toallas de microfibra. “Me han dicho que son más seguras que las de algodón”, apostilla. Ha adquirido geles hidroalcohólicos y mascarillas para proporcionar a sus huéspedes y ha acondicionado todos los espacios para cumplir con las normas de distanciamiento que marcan las autoridades sanitarias. “Hemos separado las literas dos metros y ya nos han dicho que la de arriba tiene que quedar libre, que no puede dormir nadie”, comenta. De las 120 plazas que tiene, solo ocupará la mitad y preferentemente a grupos.
Pese a que tiene ya todo prácticamente a punto, Carmen espera ahora que los peregrinos lleguen. “Recibimos muchas llamadas de gente que quiere saber cuándo abrimos, que está interesada en venir, pero no se atreven a reservar”, asegura. Las incógnitas son todavía muchas. Prácticamente todos los albergues del Camino de Santiago permanecen aún cerrados, a la espera de que se reactive la movilidad entre territorios.
También a la espera de fijar una fecha para la reapertura está César Otero. Él tiene un albergue en Palencia. De las 44 plazas que tiene disponibles, sólo podrá ofertar 22. “Lo que más me preocupa es que los peregrinos lleguen, ya que alrededor del 80% de los huéspedes son extranjeros”, explica. A pesar de la incertidumbre, César no ha escatimado en medidas de seguridad. Hasta ha instalado mamparas en las duchas para evitar que pueda incumplirse el distanciamiento de seguridad. “En los albergues lo más normal es que llegara un coreano y se juntara con un francés, con un italiano o con un brasileño. Ese ambiente cordial y saludable que había en los albergues, donde se hacían unas relaciones maravillosas, ya no va a volver a existir. Al menos hasta que haya una vacuna”, comenta.
El 70% de los albergues estarán abiertos el 1 de julio
Los dueños de los albergues tienen su mirada puesta en el 1 de julio. Es ahí cuando el Gobierno tiene previsto abrir el territorio español al tránsito internacional de personas. También cuando los caminos que llevan a Santiago podrían empezar a recuperar su actividad. “Calculo que aproximadamente el 70% de los albergues abrirán ese día y entre julio y agosto hasta el 90%”, comenta a NIUS Enrique Valentín, presidente de la Red de Albergues del Camino de Santiago.
Desde esta asociación, que agrupa a 100 de los 500 que hay en el Camino Francés, el más concurrido, son optimistas. “Si me lo hubieses preguntado hace diez días, te hubiera dicho que cundía el desánimo. Pero en la última semana estamos teniendo una frecuencia de llamadas muy alta. Hasta el punto de que los más pesimistas se han vuelto optimistas”, comenta Valentín. La mayoría de los interesados, dice, son españoles que, en muchos casos, quieren hacer el Camino en bicicleta.
Medidas que los peregrinos se van a encontrar en los albergues
No existe una regulación, ni unas normas específicas de obligado cumplimiento que especifiquen en qué condiciones deben abrir los albergues. Sí una serie de directrices y recomendaciones elaboradas por el Instituto para la Calidad Turística Española (ICTE). En ellas se basan la mayoría de los albergues para volver a recibir a sus huéspedes.
Según explican desde la Red de Albergues del Camino de Santiago, estas son algunas de las medidas que los peregrinos se encontrarán en muchos de los alojamientos de la ruta jacobea:
- Termómetros para tomar la temperatura a la llegada
- Alfombras para desinfectar los pies
- Bolsas de basura para introducir el calzado y la mochila
- Eliminación del sistema de firma digital en el check-in: se hará copia del pasaporte del huésped a través de una fotografía del mismo
- Provisión de mascarilla en caso de que el peregrino no la tenga
- Uso de sábanas desechables
- Servicios de cocina limitados: se va a reducir a grupos y el espacio deberá ser desinfectado después de su uso
- Menaje y mantelería preferentemente desechables
- Gel hidroalcohólico en todos los espacios
- Separación de dos metros entre literas
- Reducción de la capacidad del establecimiento para poder cumplir con las medidas de distanciamiento
Los albergues tendrán que hacer un esfuerzo importante para desinfectar las estancias. Por ejemplo, las duchas y los aseos tendrán que ser limpiados después de cada uso. “Las medidas de seguridad y limpieza van a ser extremas. Por los propios peregrinos, por supuesto, pero también por los que trabajamos en este tipo de alojamientos”, comenta Valentín. Porque para muchos de los hospederos los albergues son, también, sus casas.
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