A lo largo del Camino de Santiago se fueron construyendo monasterios, cartujas, prioratos, hospitales, albergues, puentes e incluso pueblos para prestar atención a lo que sería una auténtica riada humana hacia Santiago.
En la medida en que el peregrinar es también fuente de desarrollo económico, técnico y cultural, además del apoyo de la Iglesia, mereció también el apoyo de los Reyes, que contribuyeron a dotar al Camino de infraestructuras, apoyo humano y sanitario.
La hospitalidad constituye un aspecto fundamental de la historia de las peregrinaciones a Compostela. El peregrino era bien acogido en los numerosos albergues y hospitales del recorrido, en los que se le facilitaba todo tipo de atenciones: religiosa, hospedaje, alimentación y médico-farmacéutico.
Pero, ¿qué se entiende por hospitales en la Europa de la Alta Edad Media cuando empiezan las peregrinaciones a Santiago? Se trata de lugares de acogida de peregrinos, con mínimas medidas sanitarias y de higiene, que los convierten en modestos asilos, en los que se les prestaba atención.
Su fin fundamental era la acogida, como una de las obras de misericordia de la religión cristiana, entre las que se encontraba expresamente, dar posada al peregrino, y no la asistencia sanitaria como tal.
En esta época, la Iglesia fue la única autoridad capaz de hacer frente a las necesidades derivadas de las enfermedades, a través de albergues y hospitales episcopales y monacales, específicamente para extranjeros y peregrinos.
Son los llamados hospitales de hospes, en los que se proporciona alojamiento y manutención a los peregrinos y pobres. En estos establecimientos, los enfermos eran atendidos, normalmente, por un barbero sangrador y un monje empírico, sin titulación.
Será entre los siglos VI y XII, cuando se fundan estos hospitales episcopales, fruto de la caridad y también los hospitales monacales, como adaptación del infirmaria monacal, para la curación de los monjes, que dentro del propio Monasterio evoluciona hacia el hospital pauperum para los pobres, el hospital peregrinorum, para los peregrinos y el hospitium, para los huéspedes.
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