El pasado año, 2.640 peregrinos jacobeos pernoctaron en el albergue local, más de la mitad de ellos extranjeros
El camino jacobeo continúa siendo uno de los reclamos turísticos en Asturias a su paso por Gijón. El Camino del Norte, con inicio habitual en Francia, atrae a peregrinos de todo el mundo hacia el litoral gijonés. A través del concejo, desde Deva hasta el Monte Areo, los viajeros pueden disfrutar de la montaña y la costa, visitando los lugares más emblemáticos de la ciudad y sus alrededores, con los contrastes naturales que produce la cercanía de la montaña al Mar Cantábrico.
Para el descanso, el principal y más económico albergue en Gijón es el que pertenece al camping de Deva y es el único que oficialmente acoge peregrinos. Las condiciones son flexibles ya que los visitantes no pagan un precio fijo, sino que ellos establecen cuánto aportan por su estancia. En 2017, este albergue acogió a 2.640 peregrinos, una cifra creciente con respecto a los años previos y que esperan igualar en 2018, según la entidad.
El Gobierno local ha planificado la apertura de un nuevo espacio de descanso en el barrio histórico de Cimadevilla. La Casa Paquet, reformada por el Ayuntamiento con un presupuesto de 650.000 euros, es un futuro albergue para peregrinos aún sin inaugurar, y que también servirá como oficina de turismo. Su apertura estaba prevista para este verano, pero aún se encuentra en fase de reforma.
“Además de albergue de Deva, a Gijón le vendrá muy bien otro tan céntrico como la Casa Paquet”, afirma José Luis Galán, presidente de la Asociación asturleonesa de Amigos del Camino de Santiago en relación al nuevo proyecto. Galán recalca también la importancia del paseo de la playa de San Lorenzo como atractivo turístico. Estas asociaciones -hay 20 en toda España- facilitan los viajes de los peregrinos en todo el país, proporcionando información y alojamiento a los que caminan hacia Santiago de Compostela.
La importancia internacional del Camino de Santiago es reseñable en el turismo gijonés, ya que, el pasado año más de la mitad de los alojados en el albergue de Deva fueron extranjeros. Los visitantes, tanto españoles como foráneos, valoran la existencia de las instalaciones del camping, una ventaja frente a otros albergues del camino, aunque las quejas se producen por la escasa señalización que existe desde el camino hacia el hospedaje.
Al abandonar la estancia, el camino vira hacia el noroeste para adentrarse en la ciudad. Allí, los peregrinos se encuentran con la Universidad Laboral, y en sus cercanías pueden visitar el Jardín Botánico Atlántico, un complejo único en Asturias que cuenta con 15 hectáreas en las que conviven 2.000 especies de plantas distintas.
Siguiendo el camino hacia Galicia y antes de cruzar el río Piles, los peregrinos pueden empaparse de la cultura asturiana en el Museo del Pueblo de Asturias, uno de los centros etnográficos más importantes de Europa que cumple 50 años en 2018. Allí pueden apreciar cientos de objetos relacionados con la cultura asturiana tanto al aire libre, donde están expuestos los famosos hórreos astures, como en las salas interiores, donde se guardan fotografías y otros objetos, como herramientas o instrumentos, que constatan la historia de la abundante cultura asturiana.
Después, tras recorrer el vistoso paseo de la playa de San Lorenzo, el camino continúa hacia el histórico barrio de Cimadevilla. Una parada imprescindible para los viajeros es la iglesia de San Pedro, situada junto las termas romanas de Campo Valdés, uno de los mayores atractivos arqueológicos de la ciudad que cuenta con más de 1.800 años de historia.
Ya en Cimadevilla, los peregrinos pueden aprovechar para probar la gastronomía asturiana, con platos típicos como la fabada, o beber una botella de sidra, también parte de la cultura de la región. El barrio representa una buena toma de contacto con la vida en la ciudad, y allí también se puede visitar el Elogio del Horizonte -la escultura de Eduardo Chillida- y apreciar las impresionantes vistas al mar Cantábrico desde el Cerro de Santa Catalina.
Continuando el recorrido, al abandonar la ciudad a través de El Natahoyo y La Calzada, el camino jacobeo se dirige al Monte Areo, la última parada en el concejo gijonés. Allí la visita lleva a un monumento prehistórico que fue utilizado en la antigüedad con fines funerarios y que es, desde 1995, un Bien de Interés Cultural a nivel nacional.
En 2017, casi 18.000 personas escogieron el camino del norte, lo que representa el 6% del total de peregrinos. Aunque el camino francés sigue siendo el más concurrido, con casi el 60% de peregrinos que lo recorren a pie, en bicicleta o incluso a caballo, Gijón se reafirma cada año como una parada cada vez más relevante en el largo trecho que separa a los viajeros de la tumba del apóstol Santiago el Mayor, objetivo final del camino que algunos prorrogan hasta el cabo de Finisterre.
Leído en La Nueva España