El sueño de todo peregrino - Camino de Santiago

El sueño de todo peregrino

Joseba Izagirre, alcalde de Zegama (derecha), nos muestra el interior del albergue, revestido de madera.
Joseba Izagirre, alcalde de Zegama (derecha), nos muestra el interior del albergue, revestido de madera.

Zegama activa la cuenta atrás, a la espera de que el Gobierno Vasco autorice la apertura de los albergues públicos, cerrados a cal y canto desde marzo de 2020, cuando estalló la pandemia del covid-19. Justo entonces, este coqueto pueblo de 1.500 habitantes, conocido por el maratón de montaña internacional que organiza y por ser una de las entradas del parque natural de Aizkorri-Aratz, se encontraba a punto de inaugurar una pequeña joya. Un nuevo albergue para peregrinos del Camino de Santiago. Un edificio singular, como pocos hay en toda España. Certificado como casa pasiva de máxima eficiencia energética (Passivhaus de categoría tres), con un consumo irrisorio, y construido con madera del País Vasco Kilómetro 0. “Todavía no ha dormido nadie”, lamenta el alcalde del pueblo, Joseba Izagirre.

Sostenibilidad y eficiencia energética al servicio de los peregrinos. Cortesía del pueblo de Zegama, un recóndito txoko guipuzcoano, en la muga con Navarra y Álava. Todo está dispuesto. Solo falta el sí del Gobierno Vasco. Joseba Izagirre, alcalde de Zegama afirma que “la previsión es que se pueda abrir en enero”. “Pero es solo una previsión”, aclara.

En los últimos quince años, Zegama ha experimentado un inesperado incremento de peregrinos del Camino de Santiago. Caminantes provenientes “de todas partes del mundo”, una especie de goteo constante, para el que el pueblo no estaba preparado.

Zegama no tenía albergue para peregrinos antes. Simplemente, porque eran rara avis a comienzos de los 2000. “Solía aparecer algún que otro despistado de vez en cuando”, reconoce Izagirre, pero poco a poco el flujo fue aumentando, hasta el punto de convertirse en un auténtico dolor de cabeza. En 2017, cuando se decidió construir un albergue, “teníamos ya más de 300 visitas de peregrinos al año”, recuerda.

“Muchos habían hecho anteriormente el Camino Francés, o el del Norte, más conocido”, y ahora se lanzaban al interior, explica el primer edil. Y Zegama era una parada obligada, la antesala de la majestuosa etapa de San Adrián y su cueva. Un punto emblemático que nadie se quiere saltar. “Un día vienen de Beasain a Zegama y la siguiente etapa suele ser Zegama-Araia”, en Álava, aclara Izagirre.

La creciente llegada de peregrinos era un quebradero de cabeza. “A lo mejor te llamaban un día, que había venido uno y te pillaba no sé dónde. Gente de todas las partes del mundo, del resto de España un montón, y franceses también. Gente de muchas nacionalidades. Pocos vascos, eso sí”, indica el alcalde.

Y el Ayuntamiento hacía lo que podía. “A veces les metíamos en un cuarto que hay en el frontón, pero un año coincidió que teníamos instalado allí un rocódromo y les llevamos a un barracón de la guardería”, rememora; y hubo momentos en los que hubo que derivar alguno al bar o hacerle seguir hasta Beasain. Las costuras se resentían y los peregrinos iban en aumento.

El Consistorio tomó entonces la decisión de construir un albergue en 2017 y puso la mirada en el barrio de San Bartolomé. Un barrio surgido alrededor de la antigua papelera (cerró en los 80) que atrajo mano de obra de otros puntos de España a Zegama. Una zona elevada un tanto alejada del centro, pero próxima ahora gracias al ascensor que se instaló hace una década, aproximadamente. Allí se construyeron hace también unos 20 años las primeras casas de protección oficial del pueblo.

Tenía que ser algo especial y apostaron por la eficiencia energética. Por un lado, por compromiso con la sostenibilidad y el medio ambiente; y por otro, por interés propio, debido al bajo coste de mantenimiento. Importante en pueblos pequeños. El resto de piezas fueron encajando solas. Vieron que el fabricante construía estas casas de madera y los acontecimientos se precipitaron. ¿De madera? “Pues queremos que se haga con madera del País Vasco”.

Zegama, dice su alcalde, “siempre ha tenido una histórica relación con el bosque y la silvicultura; es un pueblo con tradición maderera, muy forestal, en el que antiguamente se producía carbón”. Está vestido de verde por 2.760 hectáreas de bosque, el 79% de su superficie total: sobre todo pinos y hayas. “Nos encajaba como anillo al dedo”, señala Izagirre.

Ademas, el nuevo albergue se sitúa junto al punto de información del parque de Andueza, antiguo hospital de peregrinos. Este punto de información es hoy en día una de las dos entradas (junto a la de Aránzazu) al parque natural Aizkorri-Aratz y alberga el museo de la madera, una exposición de “cientos de chapas de madera de distintas especies de todo el mundo, colección prácticamente única en Europa y que fue donada por un vecino”, explica Izagirre.

Los usos de la madera

Además, añade el alcalde, “así podemos visibilizar los diferentes usos que tiene la madera. Está mal que yo lo diga. Ya sé que puede parecer una bilbainada, pero dicen que es uno de los pocos edificios públicos de categoría tres Passivhaus“. Así lo confirma el fabricante, la constructora vizcaina Egoin. Una casa de madera, integrada en el entorno, junto a un parque arbolado, y a los pies del majestuoso Aizkorri.

“Ya me extraña que de aquí a Santiago encuentren otro albergue como este”, dice Izagirre. El servicio será gratuito. Solo se cobrará tres euros por las sábanas y la almohada. Doce plazas en dos habitaciones. Aunque en Internet indica que está cerrado, reciben llamadas de peregrinos con frecuencia, “a ver si cuela”, bromea.

Dentro, el olor a madera domina. Todo está nuevo, sin estrenar. “Pero aquí está, muerto de risa”, lamenta Izagirre. Tiene una zona de estar, dos baños completos, uno equipado para minusválidos, y una cocina office, con secadora para la ropa.

La temperatura en su interior es estable, debido a su sistema de aislamiento. Por eso consume tan poco. Y tiene un sistema de renovación del aire. “Nos falta –dice el alcalde– poner algunos carteles. Mascotas no, Prohibido fumar, y poco más. La idea es repartir juegos de llaves en el Ayuntamiento y bares del municipio; también en el punto de información del parque, donde los peregrinos pueden pedir las llave y alojarse. Al irse, solo tienen que dejar la llave en el buzón” y seguir su camino.

Leído en Noticias de Guipúzcoa

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