Esta pieza clave del puzle del camino se ha visto afectada y ha hecho que los caminantes visiten cada vez menos este tipo de instalaciones
Si alguna vez has estado pensando en hacer el famoso Camino de Santiago, o ya lo has hecho y quieres repetir, seguro que has tenido en mente algún que otro albergue para pasar la noche después de una larga caminata. Estos puntos de descanso ya no solo te ayudan a recobrar fuerzas tras un largo día de esfuerzo, sino que también ayudan a fortalecer las relaciones sociales con otros peregrinos que puedan estar en tu misma situación.
El Camino de Santiago te ofrece muchas alternativas para disfrutar del trayecto, pero tampoco debes pasar por alto que los albergues se han convertido sin duda en uno de los esenciales para los peregrinos.
Castilla y León es uno de los puntos de paso de miles de personas procedentes de todo el mundo que tienen como objetivo llegar a su meta, Santiago de Compostela.
La ruta del originario Camino de Santiago Francés atraviesa la Comunidad horizontalmente por las provincias de Burgos, Palencia y León y por ella discurre casi la mitad del recorrido. No obstante, son hasta 12 las rutas alternativas que cruzan Castilla y León en los diversos Caminos a Santiago.
Y es que la historia no solo se vive entre los propios caminos de tierra o los intensos días de lluvia a penas sin resguardo. El verdadero sentimiento de compañerismo y solidaridad se vive dentro de los albergues, donde los peregrinos comparten mil vivencias y lecciones de vida.
Desde Rioja a Burgos
El Camino se hace hueco por La Rioja llegando hasta Burgos, donde Redecilla del Camino, el monasterio de Las Claustrillas y Castrojeriz son paradas obligatorias para enriquecer esta experiencia. A unos pocos kilómetros de Burgos se encuentra el albergue de Santa Fe, donde Miriam Santa asegura que la situación de este año se encuentra muy complicada tras las olas de las pandemias.
“Este verano no hay nada de gente, la pandemia nos ha destrozado en ese sentido”, explica la propietaria del albergue. Miriam también apunta todas sus sospechas a que la razón por la que mucha gente no está saliendo a caminar se debe a la fuerte ola de calor que ha amenazado Castilla y León este verano.
“El clima influye muchísimo en este tipo de viajes, he conocido a peregrinos que salían a caminar a las cuatro de la mañana solo por no sentir ese calor asfixiante”, asegura la joven.
Sin embargo, el aire esperanzador no cesa para el albergue de Santa Fe quien espera que a partir de esta semana ya comience a venir poco a poco más gente. “Sobre este viernes ya espero que comience a venir mucha más gente, las temperaturas están bajando, hasta mayo las cosas fueron muy bien, pero en junio ese tránsito de gente bajó muchísimo”, aclara Miriam.
A las puertas de Galicia
Otro de los puntos de parada obligatorios para este camino es la provincia leonesa. León es la última provincia de la comunidad por la que pasa el Camino de Santiago antes de desembocar en tierras gallegas. Una de las primeras paradas dentro de la provincia es la localidad de Sahagún, ya no solo por su arte románico, sino porque es una de las escalas más destacadas del camino.
En el corazón de Sahagún, concretamente en la calle Arco Travesía, se encuentra el albergue Viatoris que “significa el descanso del caminante”. Nace como un establecimiento completamente dedicado a la patrona de la localidad, la Virgen Peregrina.
Allí, Tano el propietario del Viatoris señala que por lo general ha habido una caída del 40% en cuanto a la ocupación de los albergues. “Hay mucho miedo por la pandemia. Antes había mucha más gente, el albergue se llenaba hasta un 70%“, explica.
“El Camino de Santiago en esta zona ha perdido bastante afluencia de gente que ya lo ha hecho y prefieren hacer otras rutas desde el norte o el camino portugués. En definitiva, todo resta”, apunta Tano. El propietario aclara que a día de hoy “un albergue no vive por sí solo”, de hecho Tano cuenta con un hostal-restaurante, que forma parte de una casa rural.
Una luz que llega hasta Corea
Seguro que el nombre de Frómista o de Carrión de los Condes no pasa desapercibido cuando hablamos de Palencia, y mucho menos en su paso por el Camino de Santiago.
Las fachadas románicas de las iglesias y su mítico friso escultórico atraen con facilidad a muchos turistas y peregrinos a la zona. En el centro de Frómista, justo a 250 metros de la continuación del camino se encuentra el albergue Luz de Frómista.
Gabriel Martínez, propietario del albergue, asegura que en los meses de mayo, junio y julio no se notaba casi diferencia con respecto a otros años, sin embargo en agosto han notado hasta un 30% menos de afluencia de peregrinos.
“Nosotros llevamos desde septiembre de 2018 en el albergue, 2019 fue por así decirlo el único año completo que hemos podido trabajar, ya que en los siguientes estuvo la pandemia”, indica Gabriel.
El albergue Luz de Frómista es uno de los casos que Gabriel denomina “atípicos”. “Hablamos distintos idiomas, mi mujer es holandesa. En nuestro albergue han venido muchos coreanos y en las reseñas y estadísticas Luz de Frómista aparece en Corea como uno de los puntos de descanso más recomendados”, subraya con entusiasmo el propietario.
Gabriel no achaca la baja afluencia de peregrinos con la ola de calor. “Han sido 5 días de calor intenso, pero no creo que eso haya hecho que la gente venga menos, otros años también ha hecho mucho calor. Por ello, los peregrinos suelen salir a caminar de madrugada”, concluye.
Los verdaderos protagonistas
Sin embargo, no podemos olvidarnos de los grandes protagonistas del Camino de Santiago, los peregrinos. Todos y cada uno de ellos viajan por diferentes razones. Algunos lo utilizan como un pasatiempo, otros como un retiro espiritual y reflexivo, muchos como una búsqueda constante de fe hasta llegar a su esperada Compostela.
Los caminantes son esa pieza del puzle que, sin ella, todo el proceso del trayecto perdería emoción y sentido. En parejas, solos, en grupo y en muchas ocasiones con gente que acaban de conocer, miles de personas se unen a esta experiencia para acabar en Santiago de Compostela y contemplar con orgullo todo el camino que han recorrido.
Es el caso de Pedro Gil Cano, quien decidió hacer el camino tras varios acontecimientos en su vida que no terminaban de ir bien. “Mi mujer y yo teníamos un restaurante que iba mal en esos momentos, mi madre estaba muy enferma y la situación en mi trabajo no era la mejor.”, explica el joven caminante.
Pedro confiesa que ese cúmulo de situaciones desembocaron en la idea de hacer el camino con el fin de “encontrar un significado espiritual”. “Empecé el camino en León yo solo, a lo largo que iba avanzando el trayecto vas viendo mensajes y en parte estás muy condicionado a buscar un significado más místico.”, apunta Pedro quien asegura haber tenido un camino bastante reconfortante donde se juntó con mucha gente que no conocía.
El caminante veterano ha estado en numerosos albergues y se lo conocen muy bien. “En los albergues hay de todo, puedes encontrarte unos muy buenos y otros muy malos. Creo que ahora muchos de ellos se están especializando. Hay algunos que cuentan con piscina para que puedas refrescarte después de estar caminando, son una parte imprescindible del camino”, añade.
Y es que el caso de Pedro es un claro ejemplo de la mítica frase de “Caminante no hay camino, se hace camino al andar” de Antonio Machado. Haciendo referencia a que a veces el pasado hay que dejarlo atrás y hay que mirar hacia delante, algo que el camino no deja de recordarnos en cada una de sus paradas y albergues.
Buen Camino.
Leído en El Español