El Camino de Santiago está de moda. Hasta ahí, nada nuevo. La creación de la Asociación de Municipios del Camino demuestra que el potencial de la ruta, de época medieval, sigue vigente en todos los ámbitos y contextos siglos después. Las administraciones locales, que no pueden dejar de lado su responsabilidad en el Camino ni la reperscusión positiva de éste en sus economías, están preparando el entramado burocrático y un buen número de acciones para el despegue definitivo de esta asociación.
Otro Camino, otro sentido
“El Camino de Santiago, como el propio concepto de la vida, el sentido existencial… tiene momentos y etapas”, afirma Antolín De Cela, párroco de La Encina y uno, si no el que más, impulsores del Camino a Santiago en el Bierzo.
La Ruta Jacobea tuvo su tiempo de esplendor al comunicar no solo a las gentes de diferentes pueblos y culturas, sino también economías, estilos arquitectónicos, arte y ejércitos, desde el norte peninsular con toda Europa. Siempre fue el llamado Camino Francés, el más importante de todos los subcaminos o vertientes que llegan a Santiago, si bien, al llegar el siglo XX, comenzó a languidecer.
Pero en las última décadas del pasado siglo se revitalizó, algo a lo que contribuyó de manera decisiva Juan Pablo II, con sus jornadas juveniles en Compostela y sus visitas a la Ruta.
Hoy, el Camino vive su mejor momento desde la Edad Media, al menos en cuanto a volumen de peregrinos se refiere. Tanto que los lugares de acogida se han visto poco y mal preparados para tanto visitante.
Albergues parroquiales
La vieja costumbre de dar posada al peregrino en pajares, iglesias, atrios porticados… de la Edad Media no se ha perdido del todo. Los primeros lugares de posada fueron los eclesiásticos, porque de una cuestión de fe se trataba. La fraternidad que se establecía entre forasteros y lugareños provenía del propósito de la peregrinación.
De hecho, con ese espíritu y filosofía, los albergues dependientes de la Iglesia, generalmente parroquias, monasterios y conventos siguen en pie, tras adaptarse a los nuevos tiempos y a las nuevas necesidades del moderno peregrino.
“En 1986 no había donde hospedarse. Recuerdo el cementerio de Manjarín, donde acampaban algunos peregrinos. Y pensamos que teníamos que ir recuperando los albergues de las parroquias por lo menos desde Rabanal hasta aquí, en Ponferrada”, explica De Cela.
Existe una serie de federaciones de Amigos del Camino de Santiago de Cofradías Jacobeas. “Los primeros albergues eran los bajos de las parroquias. Se mezclaban los transeúntes con los peregrinos, y eso daba problemas. Pequeños hurtos, discusiones… Vimos que solo con nuestra buena voluntad no bastaba. Teníamos que ofrecer un lugar distinto”. Así, la Parroquia de La Encina abrió cerca de la iglesia de San Andrés, en la avenida del Castillo, un albergue actualmente desaparecido. “También tuvimos otro en una casona en la plaza de La Encina. Finalmente, un donante suizo y el Ayuntamiento de Ponferrada nos ayudaron a construir el actual albergue en la capilla del Carmen”, explica el párroco.
En uno de los tramos más bellos y emblemáticos del Camino, el que transcurre desde Astorga hasta Ponferrada, por la que fue durante siglos su carretera de comunicación principal, el Obispado asturicense promovió en las instalaciones de la Diputación denominadas ‘Cosamai’ -colegio y residencia para discapacitados regida por los hermanos holandeses- un albergue para peregrinos.
Distintas cofradías, hermandades y fundaciones inglesas, alemanas, holandesas, suizas… no sólo católicas sino también anglicanas y de otras creencias cristianas, tienen mucha devoción y admiración por la Ruta Jacobea y por las experiencias vitales que suponen para los caminantes. De ahí que no resulte extraño encontrar, tanto en donativos como en participación, una suerte de multiculturalidad. Por ejemplo, recientemente, el ayuntamiento de Molinaseca iniciaba un proceso de difusión y hermanamiento con las localidades niponas que atraviesa otra ruta centenaria de Japón.
Pero volviendo a la ruta a Compostela, fue en tiempos del obispo Antonio Briva cuando en la casa rectoral de Rabanal del Camino, y por un simbólico euro de renta mensual, sin tiempo definido de duración, se abrió el albergue regentado por la Asociación de Amigos del Camino de Santiago con dineros y personal del Bierzo, Francia y Alemania.
Albergues con otra filosofía
En primer lugar, frente a la comercialización y el mercantilismo que ya abundan en el Camino a Santiago, lo que diferencia a los albergues parroquiales o de gestión eclesiástica es su gratuidad.
Sustituyen a los hospitales monacales que durante siglos tuvieron esa función de atender al peregrino y darle servicios básicos de techo, cama y posibilidad de participación en los oficios religiosos. “Aquí, el peregrino puede dormir, participar en los servicios religiosos si quiere, ducharse y hacerse la comida”, explican los hospitaleros voluntarios. Existe una hucha donde la voluntad es lo único que se pide a cambio.
Al principio las duchas eran de agua fría. Se daba conversación y se procuraba cocinar con lo que cada uno aportaba. Era una verdadera velada de fin de dura jornada caminando. En los últimos años surgieron albergues de este tipo en Hospital de Órbigo, Astorga, Rabanal y en Foncebadón, en la antigua iglesia con financiación y participación alemana, berciana y de la parroquia de La Encina; en El Acebo -en la casa del rectoral con cooperación de creyentes evangélicos y La Encina-; y, finalmente, en Ponferrada, en el Carmen, también con la vinculación de la Asociación de Amigos del Camino y la parroquia de La Encina.
Frente a los que viven el Camino desde un espíritu mercantilista, cuyo boom se lleva evidenciando al menos de una década a esta parte y que amenaza con aumentar todavía más, se ofrece esta versión más pura, clásica, humana y espiritual. “Albergues privados, hostales y diversos establecimientos legales ofrecen lo que cualquier turista busca en cuanto a cierto confort. “Nosotros -explica Antolín De Cela- hemos tenido también que modernizarnos. Antes la pregunta era si teníamos agua caliente. Ahora si tenemos wifi” (sonrisas)”.
Es cierto: televisión, lugares para cocinar, salones con o sin televisión, internet, biblioteca… pero siempre conservando la austeridad, el silencio en algunas zonas u horarios para dormir, escribir… En estos albergues no se permiten las reservas, pero nunca nadie se queda en la calle. ¿Por qué? Porque la picaresca haría que todo se ocupase con anticipación. También se prioriza a los peregrinos que caminan frente a otros que viajan en otros medios de locomoción no permitiendo la entrada antes de las 15 horas. El personal es voluntario y no cobra tampoco. Los donativos sirven para reparar, ampliar y mejorar las instalaciones.
Marca propia: ACC
Los albergues de acogida cristiana han creado incluso su marca, ACC (Acogida Cristiana en el Camino), y pretende darla a conocer. “Respetamos a los albergues como negocio, pero nos resistimos a no cobrar. Que cada uno escoja dónde desea alojarse”, nos dicen. Lo cierto es que también hay albergues y hospederías en importantes edificios históricos de la Iglesia que se han alquilado a empresas privadas, por lo que no todo lo religioso forma parte de la ACC. Es el denominado “turismo religioso”, cadenas de hoteles con encanto enclavados en lugares patrimoniales de cierto interés e importancia. Desde Roncesvalles en Navarra hasta la ciudad de Santiago existen múltiples ofertas.
La Junta de Castilla y León, consciente del potencial de contar con una continua marcha de personas por su territorio, ha establecido unas pequeñas ayudas a las iglesias para que permanezcan abiertas unas horas o previa petición a lo largo y ancho del Camino. Los pueblos logran que sus templos se conozcan y que en sus bares ‘caiga’ alguna consumición, y en sus pequeñas tiendas, alguna compra. En cierta forma, se contribuye al mantenimiento de la economía local a la par que se cuida un patrimonio histórico.
En el extremo opuesto, una prueba del mercantilismo llevado al extremo es una cruel anécdota. Con la desaparición y muerte de la peregrina estadounidense en 2015 se descubrió que en el albergue donde pasó su última noche no la registraron para no pagar los impuestos de turno al ser un lugar privado. Los primeros días la búsqueda se realizó entre Hospital de Órbigo y Astorga. Cuando debería haber sido entre Astorga y Rabanal. Horas cruciales. Al ver el revuelo armado, la empresa confesó a la Policía dónde había dormido realmente la desaparecida. Matiz que hemos comprobado y contrastado y que no se divulgó a los medios de comunicación entonces.
La lucha por la competencia también se da en el Camino. Falsos perfiles en redes sociales a favor y en contra, opiniones en blogs y otros medios digitales y hasta una señalización no oficial hace que la regularización se pida a gritos.
Otro ejemplo es el sello que se impone en la credencial del peregrino. Bares, restaurantes y hasta tiendas de souvenirs sellan como muestra del paso por la localidad correspodiente. Al final, en la propia Oficina de la Catedral de Santiago, a la hora de obtener la famosa Compostela, o certificado de haber realizado el Camino, comienzan a aplicar medidas correctoras que no hagan de ello un recuerdo sin más, sino cierta realización de la peregrinación acorde a la auténtica filosofía del Camino.
La prolongación a Fisterra, es otro ejemplo de la fuerza que ha adquirido el Camino secular, no religioso. Se habla de entroncar con religiones primitivas, iniciáticas e incluso de rutas de arte, gastronómica, musical… ligadas al reclamo del Camino. En sí, la vida en general, con todo lo bueno y lo malo de ella, parece mirar de nuevo a esa ruta milenaria y a todo aquel que decida recorrerla.
Leído en El Bierzo Digital